Por Manuel Gomez Sabogal
Hace muy poco, el sábado 16 de diciembre, arribaron mi hija, Pascal e Isabella. Y yo me convertí en el taxista de moda, pues para donde van, los llevo. El lunes 18 en la mañana, me llamó mi primo Carlos y le conté la buena nueva y lo feliz que estaba por la llegada de Pascal, Isabella y mi hija.
De pronto, me dijo que Maryflor y él estaban donde la prima Olga Lucía y que regresarían a Cali el martes en la mañana. Es decir, esa sorpresa y las ganas de ver a Carlitos y su esposa, además de Olga Lucía y Mery, la tía, me pusieron a revisar horarios.
La vida ha sido maravillosa conmigo. Como siempre, corriendo contra el tiempo, pues la llamada de Carlitos y que se iba la mañana del martes, me hizo correr. Mi hija, Pascal y mi nieta habían llegado dos días antes y yo ando de taxista con ellos.
Se unieron los planetas y dejé a mi hija, su esposo y nieta donde iban y salí como en un Ferrari a verlos. Para mí, era muy importante esa visita.
Los abrazos, como siempre, llegaron y se impregnaron de familia. Carlitos estaba afuera esperándome. Entramos y allí estaban Maryflor y la tía Mery. Más abrazos. Mientras charlábamos, apareció Claudia, la otra prima. Y después, como por encanto, Olga Lucía, quien llegaba de la casa en el alto.
Una tarde corta para una charla genial con ellos y las fotos de rigor, porque no podíamos dejar que pasara ese momento tan importante sin dejar evidencias. Después llegaron los recuerdos alegres, tristes y de lágrimas.
Como siempre, me sacudió la nostalgia y hasta ahí llegué. Pero le agradezco a Dios haberme permitido este encuentro genial con Carlitos, Maryflor, Mery, Olga Lucía, Claudia.
Abrazos de despedida y los mejores deseos por un Año Nuevo en familia, y lleno de alegrías y mucho afecto.
En la foto: Carlos, Rosamary su hija y Maryflor… Falta Julio.