Por Manuel Gómez Sabogal
Gracias es una palabra sencilla de siete letras. El siete es un número muy bueno y poco lo tenemos en cuenta. Gracias es una palabra que se debe decir con alegría. Una palabra que nos puede significar una respuesta más alegre, llena de vida.
El sábado 20 de enero, partieron para Canadá, Isabella, Paula Andrea y Pascal. Un mes en la región con visitas a otros lugares del país y partida desde Cartagena.
Fue un mes lleno de emociones encontradas. Alegrías, abrazos, enfermedades, visitas, fiesta, reuniones, baile.
Hacía rato no veía tan contenta a mi hija, pues se convirtió en el alma decembrina. Estaba llena de energía. Acompañada por Pascal e Isabella, siempre buscaba lo mejor para que la primera reunión, un pasadía con la familia GÓMEZ no fuera un fiasco.
Preparó todo. Organizó, alquilo un sitio especial desde Montreal. Quería perfección en lo que se propuso.
Llegó el día esperado. El sábado 23 de diciembre, convocatoria además, para celebrar dos cumpleaños: Alejandro Mejía, esposo de Juliana Gómez Gutiérrez y Gloria Piedad Gómez Sabogal, una de mis hermanas.
La primera vez que Pascal compartía con la familia GÓMEZ. Fue un día maravilloso. Todo salió como deseaba mi hija.
La reunión empezó a las 12 del día y terminó a las 7 de la noche.
Después, se preparaba la otra reunión con la familia ARCILA. Esta se realizó del 29 al 33 de diciembre en una finca elegida para tal fin, también por mi hija, desde Canadá.
Vinieron desde Cali y Medellín para atender la invitación. Fueron días espectaculares, donde hubo juegos, piscina y área especial para esparcimiento de todos.
Después de todo ese ajetreo, mi hija decidió viajar con Pascal a Bogotá. Sin embargo, allí se enfermó desde el primer día y hasta el quinto. Estuvo dos días hospitalizada. Se logró recuperar y luego pudieron disfrutar tres días más en la nevera bogotana.
Regresaron, pero antes, mi hija me escribió pues deseaba que, al ir por ellos al aeropuerto, quería que llevara a la abuela Idalid para saludar a Mery y Mireya Sabogal, mis tías.
Así sucedió y fue como llegamos primero donde Mery, con la gran sorpresa que allí se encontraba otra de mis tías, Miriam y María Camila, una de las hijas de Hernando.
Fue una visita relámpago pues debíamos visitar a Mireya y ya se estaba haciendo tarde. Afortunadamente, era demasiado cerca y nos recibieron Mireya y Liliana, una de sus hijas. No estaban Hernando, Clery ni Manuel Alejandro.
Los días siguientes, continuamos recorriendo el Quindío. Deseaban ir a Filandia, Valle de Cocora y Salento. Allí estuvimos.
Por último, volaron a Cartagena por 6 días para descansar del descanso. Isabella viajó el viernes 19 para estar preparados para el 20 regresar a Canadá.
Guayabo tengo. Fueron unas vacaciones extrañas, pero llenas de mucho cariño, abrazos y afecto.
Fui su conductor elegido durante todo ese tiempo, pero feliz porque compartí con ellos casi todos los días. Siempre estaba listo, dispuesto. No me importaban el cansancio o las madrugadas a las 8. Estaba al lado de mi hija y la familia.
Este lunes, regresan a su vida normal. Paula Andrea y Pascal a sus respectivos trabajos y para Isabella, trabajo y estudio. Dios quiera que haya tiempo para volver a verlos. Pascal, merci pour tout. Hija, gracias mil, porque estuvimos cerca. Isabella, gracias por ser tan genial.
Pascal, Paula Andrea, Isabella, gracias por este encuentro, es lo que puedo escribir hoy.
Fueron muchos abrazos.