¿Sabías que hay más de un tipo de hambre?
Por lo general, asumimos que es hora de comer cuando sentimos el estómago vacío o cuando nos antojamos de algo y la única forma de saciar el impulso es comiendo.
Pero, ¿y si el hambre fuera más que un estado fisiológico? ¿Cómo distinguir entre la necesidad biológica de absorber nutrientes y la búsqueda de placer inmediato?
Hambre: una dimensión más extraña de lo que parece
El hambre es un concepto con matices tanto físicos como psicológicos. La mejor prueba es el hecho de que algunas personas siguen comiendo incluso cuando tienen el estómago lleno, y esto explica parcialmente el sobrepeso y la obesidad.
La verdad es que, probablemente, más de una vez has confundido el hambre con el aburrimiento, el estrés o la ansiedad. En estos casos, la comida actúa como un rescatista emocional porque genera satisfacción inmediata, haciendo que olvides los problemas por un rato.
Si no eres consciente de que existen varios tipos de hambre, es menos probable que seas capaz de mantener hábitos alimenticios saludables. Al contrario, te costará más bajar de peso o elegir una dieta equilibrada.
Aprendiendo a reconocer los tipos de hambre
1. Hambre fisiológica
El hambre fisiológica viene cuando tu cerebro se preocupa, básicamente porque necesita energía para seguir funcionando y asegurarse de que tus órganos y músculos trabajen bien.
Es fácil reconocer el hambre fisiológica, pues, a diferencia del resto, produce síntomas físicos como:
- Dolores de cabeza.
- Debilidad.
- Estómago ruidoso.
- Temblores en las manos por bajones de azúcar.
2. Hambre por aburrimiento
¿Alguna vez has abierto la nevera de par en par solo porque no tenías nada mejor que hacer?
El hambre por aburrimiento es algo que todos hacemos de vez en cuando, el problema es que nos hace más propensos a la obesidad.
La solución es aprender a aislar el aburrimiento y ocupar nuestro tiempo libre con actividades en lugar de comida. Aquí hay algunos pasatiempos que puedes probar:
- Leer un libro.
- Salir a caminar.
- Ver una película.
- Escuchar música.
- Bailar (sí, en casa).
3. Hambre televisiva
Si eres amante del cine y las telenovelas, seguro has experimentado “hambre televisiva” alguna vez.
Un estudio de 2013 publicado en la revista American Journal of Clinical Nutrition encontró que, cuando las personas están distraídas, tienden a consumir más calorías en poco tiempo (como lo que pasa cuando pides una pizza mientras ves La Casa de Papel).
Una solución efectiva en estos casos es mantener las manos ocupadas cuando estés frente al televisor (puedes aprovechar para hacer tareas manuales como coser una camisa o tejer).
Otro consejo útil es saltarte los comerciales de comida rápida para evitar los antojos.
4. Hambre romántica
Durante la etapa del enamoramiento, es común que las parejas quieran pasar tiempo juntas viviendo experiencias nuevas. Una de ellas es comer.
No es que sea del todo malo, pero la dieta puede irse por la borda fácilmente si no pones límites, así que busca alternativas como salir de paseo juntos o practicar algún deporte. La experiencia será igual de gratificante, pero mucho más sana.
5. Hambre por estrés
Cuando estamos estresados, no pensamos lo suficiente al seleccionar alimentos. Al contrario, comemos rápido para volver a ocuparnos lo más pronto posible en el trabajo.
Esta es la razón por la que muchas personas engordan cuando reciben un ascenso o emprenden un negocio. Para evitar que pase, pregúntate cuáles serán las consecuencias de tus elecciones nutricionales. ¿Será más fácil perder las 5 libras de las que has estado intentando deshacerte? ¿Cómo te sentirás en un par de horas?
Además, encuentra formas de lidiar con el estrés como la meditación, la musicoterapia, la aromaterapia y el ejercicio. Sin duda, comer de más echará a perder tu salud y afectará tus finanzas, algo que no querrás vivir.