Por Alberto Ray – AlbertoRay.com
Los líderes de seguridad son el eje principal en la gestión de riesgos y la toma de decisiones en caso de contingencias dentro de sus organizaciones. Para enfrentar estos desafíos es esencial adquirir y desarrollar destrezas para pensar de manera más analítica y crítica.
El pensamiento crítico es una habilidad cognitiva que implica analizar de manera objetiva y reflexiva la información, los argumentos y las situaciones antes de formar una opinión o tomar decisiones. Se trata de un marco mental sistemático y disciplinado que busca evaluar de manera rigurosa la calidad, la validez y la lógica de los datos y las ideas.
A continuación, he recopilado, a manera de guía, una serie de características sobre el pensamiento crítico y que van a ayudar a formar una estructura para incentivarlo en las organizaciones. Aquí destacan las siguientes:
Análisis: La capacidad de descomponer un problema o una situación en partes más pequeñas para comprender mejor su estructura y relación entre ellas.
Evaluación: La habilidad de valorar la credibilidad y la calidad de la información, los argumentos y las fuentes, utilizando criterios objetivos y racionales.
Interpretación: La capacidad de comprender y atribuir significado a la información y los datos presentados, identificando patrones, inferencias y conclusiones.
Inferencia: La habilidad de sacar conclusiones y hacer suposiciones basadas en la evidencia y el razonamiento lógico.
Reflexión: La disposición a cuestionar y examinar las propias creencias, suposiciones y prejuicios, así como a considerar diferentes perspectivas y puntos de vista.
Resolución de problemas: La capacidad de identificar y abordar los obstáculos y los desafíos de manera efectiva, aplicando estrategias de pensamiento creativo y lógico.
Toma de decisiones: La habilidad de evaluar las opciones disponibles, considerando los pros y los contras y seleccionar la mejor solución o curso de acción basado en la información disponible.
El pensamiento crítico se considera una habilidad fundamental en diversos campos, como la educación, la investigación, la gestión empresarial y, por supuesto, la seguridad. Al desarrollar el pensamiento crítico, los individuos pueden mejorar su capacidad para resolver problemas complejos, evitar sesgos cognitivos y tomar decisiones más informadas y asertivas.
Estas formas de pensar críticamente no se desarrollan como un proceso espontáneo, por lo que requiere que las organizaciones incentiven entre su liderazgo en formación un modo analítico de abordar la realidad. Este proceso requiere práctica y desarrollo constante para que pueda generar frutos. Aquí sugiero algunas tácticas para insertar el pensamiento crítico en las organizaciones, sobre todo en la gestión de riesgos:
Promover la curiosidad: Incentivar la búsqueda activa de conocimiento y la exploración de diferentes perspectivas. Esto implica fomentar el hábito de hacer preguntas, investigar y desafiar la información existente.
Estimular el pensamiento reflexivo: Animar a reflexionar sobre las experiencias, los puntos de vista y las suposiciones propias. Preguntarse constantemente «¿por qué?» y «¿cómo?» ayuda a profundizar en la comprensión y a evaluar críticamente los conceptos.
Desafiar las suposiciones: Impulsar el cuestionamiento de suposiciones y prejuicios arraigados. Alentarse a considerar diferentes perspectivas y a buscar evidencia que respalde o contradiga las ideas preconcebidas.
Estimular el análisis de información: Promover la habilidad de examinar la información de manera crítica. Esto involucra evaluar la fiabilidad de las fuentes, para luego contrastarlas. Además, identificar sesgos y saber diferenciar entre datos, información, opiniones y propaganda.
Enseñar habilidades de investigación: Proporcionar herramientas y técnicas para recopilar y analizar datos relevantes. Esto incluye el aprendizaje de métodos de investigación y la comprensión de cómo utilizarlos de manera en provecho de la gestión de riesgos. Esto es una tarea crítica para la seguridad, ya que sirve para aprender de los errores y construir resiliencia organizacional.
Estimular el debate y el pensamiento crítico en grupo: Construir la cultura del intercambio de ideas y la discusión en un entorno seguro. Alentando a los individuos a expresar opiniones divergentes y a argumentar de manera lógica, sin que ello se traduzca en represalias para los colaboradores. Con este aspecto se promueve la reflexión y el análisis crítico.
Ofrecer retroalimentación constructiva: Proporcionar comentarios y orientación de alto nivel sobre el pensamiento y el razonamiento de los demás. Esto ayuda a identificar áreas de mejora y a fortalecer las habilidades analíticas y críticas.
Estimular el aprendizaje continuo: Promover la actitud de búsqueda constante de conocimientos y habilidades. Esto incluye la participación en programas de capacitación, la lectura de libros relevantes, la asistencia a conferencias y el seguimiento de nuevas tendencias en la seguridad.
Practicar la resolución de problemas: Proporcionar oportunidades para abordar problemas y desafíos reales. Al enfrentarse a situaciones complejas, los colaboradores desarrollan habilidades analíticas y críticas al buscar soluciones efectivas.
Modelar el pensamiento crítico: Como líder, practicar y demostrar un pensamiento crítico desde la perspectiva propia y vincularlo en el proceso de la toma de decisiones. Esto establece un ejemplo para los colaboradores y fomenta una cultura de pensamiento analítico y reflexivo.
Un componente complementario e igualmente relevante en la formación de una cultura de pensamiento crítico y analítico se centra en construir un método para la toma de decisiones basadas en evidencia. Para lograrlo, sugiero a continuación un modelo sistemático general segmentado en varios pasos que puede servir como punto de partida:
Definir claramente el problema: Comenzar por identificar y definir de manera precisa el problema o la situación que requiere una decisión. Debe comprenderse la naturaleza del problema, los objetivos que se desean lograr y los factores claves o críticos que no pueden quedar por fuera de la solución.
Recopilar datos y evidencias relevantes: Reunir información y datos pertinentes que estén relacionados con el problema en cuestión. Utilizar fuentes confiables y asegurar una variedad de perspectivas representadas. Deben recopilarse datos cuantitativos (números, estadísticas) y cualitativos (opiniones, testimonios) para obtener una imagen completa.
Evaluar la calidad y la validez de las fuentes: Examinar críticamente la credibilidad y la confiabilidad de las fuentes de datos y evidencias. Considerar la reputación, la metodología utilizada para recopilar los datos, la trazabilidad de las fuentes y cualquier posible sesgo o conflicto de interés que pueda influir en la información proporcionada.
Analizar y procesar los datos: Examinar y analizar los datos y la evidencia recolectados. Buscar patrones, tendencias o relaciones significativas que puedan ayudar a comprender mejor la situación y a identificar opciones potenciales para la solución.
Generar opciones y alternativas: Basado en el análisis de los datos, generar una variedad de opciones o alternativas posibles para abordar el problema. Considerar diferentes perspectivas y bosquejar soluciones potenciales.
Evaluar las opciones: Evaluar cada opción o alternativa en función de los criterios establecidos previamente. Considerar los posibles beneficios, riesgos, costos y consecuencias de cada opción. Utilizar criterios objetivos y racionales para evaluar la idoneidad de cada alternativa.
Tomar la decisión: Basado en la evaluación de las opciones, elegir la opción que mejor se ajuste a los criterios establecidos y tenga el mayor respaldo de la evidencia recopilada. Comunicar claramente la decisión tomada y los fundamentos en los que se basa.
Implementar y monitorear: Poner en marcha las acciones para implementar la decisión tomada y realizar un seguimiento continuo para evaluar su efectividad. Si es necesario, realizar ajustes y modificaciones en función de los resultados y las nuevas evidencias disponibles.
Es importante recordar que la toma de decisiones basadas en evidencia no es un proceso estático, sino que requiere de actualizaciones y ajustes a medida que se recopila nueva información. Además, es tiene que considerarse el contexto, la experiencia del analista y las consecuencias de las decisiones sobre los responsables.
Al utilizar este método, estarás construyendo un enfoque sólido para la toma de decisiones basadas en evidencia, lo que te permitirá abordar problemas y situaciones de manera más informada y fundamentada.
Un último aspecto que voy a considerar en el proceso de formación de pensamiento crítico es la necesidad de hacer insight (autorreflexión) sobre nuestro propio proceso de pensar, examinar y evaluar los problemas y las situaciones que nos corresponde confrontar. En este sentido, debemos, de la manera más objetiva posible, valorar nuestras propias creencias, suposiciones, acciones y procesos de pensamiento. Aquí enuncio algunas tácticas para desarrollar esta habilidad:
Autoconciencia: Tomarse un tiempo para reflexionar sobre creencias propias y valores. Examinar cómo influyen en la forma de pensar y en las decisiones. Reconocer sesgos y prejuicios personales.
Cuestionar suposiciones: Identificar las suposiciones subyacentes en pensamientos y decisiones. Preguntarse si estas suposiciones son válidas, basadas en evidencia o simplemente ideas arraigadas. Considerar diferentes perspectivas y desafiar ideas preconcebidas.
Analizar procesos de pensamiento: Examinar cómo se llega a conclusiones y decisiones. ¿Se considerando de manera adecuada la evidencia disponible? ¿Se utiliza un razonamiento lógico y objetivo? Es una oportunidad para evaluar cómo podrían mejorarse los procesos de pensamiento.
Buscar feedback: Pedir a otras personas de confianza que brinden retroalimentación honesta y constructiva sobre el pensamiento y acciones de los individuos del equipo. Escuchar perspectivas y críticas de manera abierta y receptiva. Considerar cómo aprender de los comentarios.
Práctica del pensamiento crítico: Aplicar las habilidades de pensamiento crítico en situaciones de la vida real. Al enfrentar problemas o decisiones, tomarse el tiempo para evaluar la información disponible, considerar diferentes perspectivas y utilizar un razonamiento lógico antes de llegar a una conclusión.
Aprender de los errores: Reconocer y analizar los errores pasados. Examinar qué falló y cómo el pensamiento crítico pudo ser utilizado de manera más efectiva. Utilizar estos errores como oportunidades de aprendizaje y mejora continua.
Ampliar conocimientos: Buscar nuevas fuentes de información y perspectivas. Leer libros, artículos y estudios de diversas disciplinas y opiniones. Ampliar las bases de conocimiento ayudará a desarrollar una mente más abierta y una capacidad de pensamiento crítico más sólida.
El desarrollo de habilidades analíticas y de pensamiento crítico son esenciales para los líderes de seguridad en la gestión de riesgos. Al adquirir estas destrezas, los líderes toman decisiones más informadas, evalúan situaciones con mayor precisión y abordan los problemas de seguridad de manera más asertiva y proactiva. Promover y desarrollar una mentalidad analítica y crítica es parte integral en la formación de la inteligencia emocional y autoconciencia del líder, lo que va a catalizar el cambio positivo y elevar los niveles de consciencia en la protección de los activos y las personas bajo su responsabilidad.