Por Alberto Ray – AlbertoRay.com
Hace pocos días ocurrió en San Francisco, California un incidente que trajo a mi memoria varias escenas de películas distópicas sobre el futuro. Se trató de un ataque a un vehículo autónomo que transitaba por las calles cercanas a Chinatown y que en un instante se transformó en una especie de vandalismo reactivo, y diría que esta vengativo, sobre las máquinas.
Todo comenzó el sábado 11 de febrero de 2024 en horas nocturnas en medio de la celebración del año nuevo chino, cuando por una de las calles adyacentes al evento transitaba un vehículo Waymo One; así se le conoce a los nuevos taxis que operan de manera autónoma (sin conductores humanos) por San Francisco y otras ciudades de los Estados Unidos. Waymo es una empresa filiar de Alphabet, propietaria de Google.
Las versiones de algunos peatones que presenciaron el ataque coinciden en que un individuo saltó sobre la parte delantera del vehículo que estaba detenido en un tráfico y comenzó a golpear el parabrisas hasta romperlo, momentos después, una turba de personas, de forma espontánea, agredieron la unidad e introdujeron fuegos artificiales en su interior, lo que provocó que se incendiara en su totalidad. Este no ha sido un hecho aislado, aunque sí se ha calificado como el más grave ocurrido en contra de un coche autónomo.
Hago el relato porque me sirve para una reflexión algo más profunda, no sólo sobre la seguridad, sino en relación con lo que algunos pueden considerar una amenaza emergente al observar un vehículo autónomo circulando por las calles.
En los dos últimos años le he hecho un seguimiento al tema de los vehículos de conducción autónoma con el propósito de verificar qué tan seguros son y debo decir que los resultados son realmente sorprendentes. En el último trimestre de 2023, Tesla publicó un reporte certificado por la autoridad de tránsito de los Estados Unidos en el cual se demostraba que los vehículos Tesla conducidos con el Autopilot encendido tenían una colisión cada 5.5 millones de millas de manejo, mientras que los mismos vehículos conducidos enteramente por humanos presentaban colisiones cada 650.000 millas, lo que representa una tasa de 8.46 veces menos accidentes.
Aunque estos datos tienen sus detractores, lo importante es que la conducción autónoma ha roto el paradigma de la inseguridad, y operando en conjunto con la Inteligencia Artificial, hemos entrado a un nuevo estadio en la automatización de labores rutinarias o repetitivas como lo es manejar, más allá de las complejidades y cambios súbitos de las condiciones del entorno en los cuales se desarrolla la actividad. De hecho, se estima que en los próximos cinco años se incrementará significativamente el número de vehículos de transporte pesado desplazándose de manera autónoma por varias vías interestatales de los Estados Unidos y Canadá.
Pero el otro aspecto que quisiera abordar es el que tiene que ver con las máquinas como amenaza. No se trata de una historia nueva, ya desde la Revolución Industrial a finales del siglo XVIII se saboteaban los telares y las máquinas de vapor al ser vistas como enemigos del trabajo humano, pues desplazaban a los obreros especializados de sus labores. Sin embargo, con el desarrollo tecnológico acelerado y ahora con la incorporación de IA las cosas van mucho más allá. Las máquinas ya no sólo son autómatas que trabajan incansablemente realizando a la perfección las tareas para las que fueron programadas. Ahora tienen la capacidad de “pensar” y tomar decisiones para adaptarse al entorno cambiante sin que medie la intervención humana. Los algoritmos de programación están en capacidad de aprender y acumular un banco de experiencias en sus memorias electrónicas, lo que le permiten comparar la realidad presente con eventos anteriores y así desarrollar altos niveles de discernimiento para la toma de decisiones, inclusive en situaciones muy complejas.
A esto que se conoce como “Deep Learning” y no es ciencia ficción; opera en miles de dispositivos que nos rodean, desde aspiradoras domésticas hasta cámaras de seguridad. Esta capacidad, además, tiende a mejorar mientras más experiencia acumula, de allí que los vehículos autónomos hayan desplazado a los seres humanos en sus “reflejos” ante situaciones inesperadas. Si bien, las máquinas aun no poseen autoconciencia, y por tanto no podrían considerarse como entes completamente autónomos, existe ya la posibilidad para que en un periodo corto lleguemos a ese nivel de desarrollo. De allí, el temor detrás de este nuevo mundo que se va develando.
Siempre hemos sentido miedo a lo desconocido, más aún si lo que tenemos frente a los ojos es poderoso o luce superior. Los seres humanos tendemos a sobreestimar los riesgos que surgen de lo nuevo o inexplorado, quizás ese sea el caso con IA. Pienso que Hollywood ha hecho mucho por crear paradigmas en torno al futuro, y en particular a un mundo de máquinas antagónico a la humanidad. Recuerdo la primera vez que vi la película Terminator en su estreno en 1984. Arnold Schwarzenegger, un asesino cibernético enviado desde el futuro en el año 2029 para aniquilar en el pasado a la futura madre de Kyle Reese, el jefe de un ejército que nos salvaría de Skynet, una red de máquinas inteligentes que le han declarado la guerra a especie humana porque consideran que son una amenaza para la continuidad de la vida en el planeta.
Ya son 40 años desde aquella famosa película y estamos a cinco de 2029. De alguna manera seguimos enfrentados con las máquinas como Kyle Reese que, aunque son de nuestra creación, no las entendemos y las vemos como amenazas.