Por Alberto Ray – AlbertoRay.com
La gente subestima los riesgos con los que convive y sobrestima aquellos que les resultan nuevos o raros. Es un sistema natural instalado en los centros de procesamiento del riesgo en nuestro cerebro. Este mecanismo de protección facilita la adaptación al entorno y nos eleva los niveles de alerta ante potenciales peligros que no conocemos.
Este sesgo, si bien es común y debe ser tomado en cuenta al realizar análisis de riesgos, tiene una expresión más sofisticada conocida como “normalización de la desviación” y que se refiere a un fenómeno en el cual comportamientos o prácticas incorrectas o peligrosas se vuelven aceptables o normales dentro de una organización o grupo social debido a la repetición continua sin consecuencias negativas evidentes.
Es decir, visto desde el ángulo de los sesgos cognitivos normalizar las desviaciones se convierte en un proceso de subestimación sistemática de los riesgos porque sus probabilidades de generar pérdidas son muy bajas, hasta un punto en el cual, se produce una falla catastrófica de altísimo impacto y que fulmina cualquier posibilidad de recuperación.
Este concepto es especialmente relevante en contextos donde la seguridad es crucial, como la aviación, la ingeniería, la medicina, y otras industrias de alto riesgo. Al tolerarse regularmente un comportamiento no seguro sin consecuencias graves, los individuos pueden comenzar a percibir esa conducta como aceptable o normal, a pesar de que inicialmente era considerado como una desviación de las normas.
Existe un ejemplo ilustrativo de la normalización por desviación; ocurrió en la catástrofe del Space Shuttle en 1986. Para aquel momento hubo una reunión antes del lanzamiento sobre si se procedía o no porque había unos signos de corrosión del cohete que podrían ser agravados a bajas temperaturas. Al final de un fuerte enfrentamiento entre los expertos, ganaron quienes subestimaron el riesgo y aprobaron el lanzamiento. El resto es historia.
Luego de lo ocurrido se desarrollaron diversos estudios sobre el proceso de decisión y lo que estuvo claro es que la catástrofe no ocurrió por lo que en la reunión previa se decidió, sino por una serie de eventos que llevaron a esa decisión. Esta dinámica consistió en desestimar el problema de la corrosión porque muchos cohetes lanzados antes, exitosamente, tenían signos de oxidación y no había ocurrido accidente alguno.
Diane Vaughan es una socióloga norteamericana que ha estudiado la normalización de la desviación y ofrece una explicación muy interesante al fenómeno. Su tesis plantea que cuando los actores en una organización, ya sea una corporación, una agencia gubernamental o un equipo de trabajo llegan a definir sus actos desviados como normales y aceptables porque encajan y se ajustan a las normas culturales de la organización en la que trabajan, aunque estos puedan violar algún estándar legal o social externo y ser etiquetados como criminales o desviados por personas fuera de la organización, los infractores no ven estas acciones como incorrectas porque están conformes con los mandatos culturales que existen dentro del entorno del grupo donde desempeñan sus funciones.
Cuando lo anormal se vuelve normal y aceptado, los riesgos se subestiman y se terminan aceptando o considerándose tolerables, sin advertir que se puede incubar una catástrofe porque se acepta un riesgo como parte del paisaje.
Recuerdo hace unos años que estuve de visita en una comunidad de Caracas considerada muy peligrosa por los altos índices de violencia homicida, que año tras año, prevalecían en la zona. Me acompañaba un colega de trabajo que tenía muchos años viviendo en el sitio. En un momento del camino escuchamos unos disparos, ante lo cual corrí a protegerme detrás de una pared, mientras que mi amigo seguía su marcha sin alterarse. Le grité:
– ¡Corre! ¡Están disparando!
Y él me respondió con lentitud:
– ¡Tranquilo!
– ¡Por acá sólo matan gente en la noche!
La normalización de la desviación tiene consecuencias graves, ya que los estándares de seguridad se debilitan y los riesgos aumentan. En tal sentido, identificar y corregir este tipo de desviaciones es determinante para mantener entornos seguros y prevenir incidentes catastróficos.