¿Habías escuchado hablar antes del Síndrome del Hijo Único y de cómo influye en el crecimiento de los niños?
Tal vez un amigo o familiar te advirtió de los “desafíos” de criar a un hijo único, o tú mismo lo viviste durante la infancia al no tener hermanos.
La idea de que los hijos únicos siempre serán más consentidos, apáticos y reacios a compartir ha sido muy difundida, tanto que hoy se le llama “síndrome” (a pesar de que no se considera una condición mental).
Ahora, la pregunta que deberías hacerte antes de comenzar a preocuparte es: ¿realmente existe tal síndrome? La verdad es que, al menos por ahora, las investigaciones señalan que el Síndrome del Hijo Único es una afirmación exagerada y prejuiciosa.
Revisando la evidencia, los hijos únicos no presentan déficits graves en comparación con los niños que tienen hermanos, por lo que no hay barreras que les impidan convertirse en personas decentes.
Por otro lado, es cierto que los hijos únicos suelen estar menos dispuestos a aceptar a los demás y que prefieren los amigos imaginarios; sin embargo, no hay motivo para preocuparse, ya que el juego creativo es una excelente forma de estimular la imaginación y la resolución de problemas. Además, el juego grupal se puede incentivar a medida que los niños crecen.
Entonces, ¿qué es el Síndrome del Hijo Único?
Aunque hay opiniones encontradas sobre la “gravedad” de ser hijo único, en algunas familias los niños sin hermanos presentan un desarrollo muy distinto al de sus pares con hermanos. Esto hace que la creencia en el Síndrome del Hijo Único no pase de moda.
También hay un trasfondo histórico que hizo que el Síndrome del Hijo Único se popularizara, y es que el concepto fue introducido por dos psicólogos infantiles en el siglo XIX: G. Stanley Hall y EW Bohannon.
En ese entonces, se habló de este síndrome para describir una serie de características negativas y “desventajosas”. Por ejemplo, se dijo que los niños únicos tendían a ser:
- Ansiosos
- Mimados
- Egoístas
- Inadaptados
- Mandones
- Antisociales
- Solitarios
En este orden de ideas, quienes compran la teoría del Hijo Único asumen que los niños sin hermanos son malcriados porque están acostumbrados a obtener lo que quieren siempre, sin necesidad de compartir con otros. Pero, en la práctica, todo depende del estilo de crianza de los padres y de las oportunidades que se dé a los niños para interactuar con los demás.
¿Cómo tratar el Síndrome del Hijo Único?
Si has notado en tus hijos alguno de los “síntomas” mencionados antes, no significa que vayan a crecer y convertirse en antisociales, pero puede ser una señal de que necesitas modificar tus métodos de crianza.
Los niños necesitan comenzar a desarrollar sus habilidades sociales desde temprano para saber cómo desenvolverse en espacios compartidos más adelante. Esto no puede confundirse con la privación de afecto, al contrario: las investigaciones de Toni Falbo –experto en niños únicos– han demostrado que los niños que reciben afecto y atención adicional (si es moderada) tienen menos necesidad de apegos y logran más en la vida.
En términos generales, muchos psicólogos están de acuerdo en que el Síndrome del Hijo Único es un mito. Además, las investigaciones de Hall y Bohannon se realizaron en una época en la que muchas personas todavía vivían en zonas rurales; por lo tanto, los hijos únicos estaban más aislados del mundo.
Lo mejor que puedes hacer es tomar los “síntomas del niño único” como una medida de alarma para saber cuándo es hora de introducir a tu hijo a espacios de juego compartido, o enseñarle el valor de la disciplina.