Desde el séptimo piso, por don Faber Bedoya C
Al medio día llegó mi padre a almorzar, como de costumbre, pero esta vez llegó en una bicicleta, de turismo se decía, bonita, elegante, muy pesada y tenía una “pata” para cuadrarla. El aparato nos admiraba mucho, pero la gran pregunta era, cuándo aprendió don Gonzalo a montar en bicicleta, a qué horas. Era muy frecuente oírle decir “yo nací aprendido, mijo” y parece que al menos en el caso de transportarse en bicicleta, era verdad. Siempre vestía con elegante sombrero, aun en bicicleta.
Nosotros resultamos muy aficionados al ciclismo, tanto que fuimos varias veces hasta la Virgen negra, a pie, a ver pasar los corredores. y fervorosos oyentes de la vuelta a Colombia en bicicleta, desde 1953, que era la tercera vuelta y que la ganó Ramón Hoyos Vallejo, esta carrera tuvo 15 etapas y cubrió una distancia de 1750 km. Las dos anteriores las ganaron Efraín Forero, bogotano, el indomable Zipa, y la segunda el francés, José Beyaert.
Era un espectáculo que paralizaba ciudades, henchía corazones de patriotismo y la Colombia deportiva se dividió en dos, los corredores de Antioquia y los del resto del país. Y surgió la radio deportiva, de la mano de Carlos Arturo Rueda, “el colorado”, de Caracol, quien se encargó de ponerle sobrenombre a todos los ciclistas, y Alberto Piedrahita Pacheco con Julio Arrastía Brica de R.C.N. Tan famoso como el evento mismo, eran estos locutores. Todo era autóctono, criollo, hasta hubo un ciclista que corrió con el patrocinio de la Virgen del Carmen.
Ramón Hoyos ganó cinco vueltas a Colombia, en 1953, 54, 55, 56. En 1957 triunfó José Gómez del Moral, porque hubo una huelga de los ciclistas antioqueños por una sanción impuesta a Hernán Medina Calderón “el príncipe estudiante”, quien era el líder, y ante la negativa a la reclamación, prefirieron retirarse de la competencia. Ramón Hoyos ganó en 1958 completando su quinta vuelta a Colombia y se le apodó el “penta campeón”. Pero surgió un novato que ganó más vueltas a Colombia que Hoyos Vallejo. En 1959 y 61 triunfó el pereirano Rubén Darío Gómez, porque en el 60 fue Hernán Medina Calderón el vencedor. La versión de 1962 fue una de las pruebas más competidas donde Roberto Buitrago, cundinamarqués, se llevó el título con ocho segundos de diferencia sobre su inmediato seguidor, el favorito ´Martin Emilio Rodríguez, quien ganaría las ediciones del 63, 64, 66 y 67. En 1965 se le atravesó Javier Amado Suarez, “el ñato”, también antioqueño.
En el año de 1968 el líder era Javier Suarez y segundo lugar Pedro Julio Sánchez de Ibagué y en la etapa reina, Armenia Ibagué, pasando por el mítico Alto de la línea, Suarez pasó en primer lugar por el premio de montaña, y en segundo lugar Pedro J., con una ventaja de tres minutos, y en la bajada a más de ochenta kilómetros por hora, le descontó la ventaja y le cogió los minutos suficientes para ganarse la vuelta. Aquí se terminó la hegemonía de los ciclistas antioqueños, porque aparecieron Pablo E. Hernández, bogotano, Rafael Antonio Niño, quien ganó seis vueltas a Colombia algo nunca superado, Álvaro Pachón, Miguel Samacá, José Patrocinio Jiménez, Alfonso Florez Ortiz, ganador en dos ocasiones, Fabio Parra, y Cristóbal Pérez,
Nosotros aquí en el Quindío también tuvimos pedalistas que corrieron varias vueltas a Colombia, con alguna figuración, más bien modesta, como Luis E. Olarte, Oscar Aguirre, el todavía vigente y entusiasta patrocinador Néstor Ariza, Jairo Páez, Reinel Correal. Al lado de ellos siempre estuvo el recordado, Elías Rincón, con su panadería y los deliciosos “roscones”.
A partir de 1980, la vuelta a Colombia en bicicleta se convierte en una prueba “open” permitiendo la participación de ciclistas extranjeros y a su vez permitiéndole a los nuestros participar en eventos internacionales y aparecieron figuras de talla mundial como Lucho Herrera, ganador de cuatro vueltas a Colombia, Pablo Wilches, Gustavo Wilches, Oliverio Rincón, Álvaro Sierra, Nairo Quintana, Egan Bernal, Rigoberto Uran, y muchos más. Y nuestros ciclistas ya sobrepasaron las fronteras, y empezamos a interesarnos por el Tour de Francia, la vuelta a España, el giro de Italia, el tour del Avenir, la vuelta a Normandía. Todo el año estábamos en función del ciclismo, y nuestros ciclistas a ganar competencias, ganamos la vuelta a España, el tour de Francia, el giro de Italia, mejor dicho, fuimos muy famosos en ciclismo.
Ya es un espectáculo internacional, con participación de los nuestros, que paraliza ciudades, llena los corazones de patriotismo y la Colombia deportiva, se unió en una sola bandera en torno a nuestros ciclistas, en tierras lejanas.
Desde hace algunos años la vuelta a Colombia en bicicleta quedó en el recuerdo, al menos en mi caso, sabemos más de los sucesos en el extranjero que de la nuestra. El futbol volvió a recobrar su sitio de deporte nacional. El ciclismo se dedica a realizar eventos como el reciente, de cinco mil participantes en la toma a la capital de Colombia, o el sucedido en Medellín, y aquí en Armenia la reciente carrera nocturna con asistencia de cerca de mil aficionados.
Son tantas las manifestaciones que se han ido perdiendo, que ya es difícil comentarlas, es el presentismo que nos devora, es la recompensa inmediata la que comanda el pelotón, son las metas volantes más importantes que la regularidad, los ascensos son más asequibles, los descensos a “tumba abierta”, más técnicos, las maquinas, como la vida, son livianitas. Los cascos ya nos son de caucho, sino aerodinámicos, los uniformes en telas sintéticas y pare de narrar, haga el cambio al transmóvil número uno, y siga pedaleando, hermano, que faltan muchos premios de montaña, fuera de serie, para llegar a la meta.