Por Manuel Gómez Sabogal
Muchos candidatos a la presidencia y otros tantos a congreso. Es como si no existieran más cargos en el país, pero unos y otros salen con frases increíbles y repetidas desde hace milenios.
Los candidatos a la presidencia siempre dicen algo como: “Voy a recorrer el país para conocer las necesidades de los colombianos”. “Esta ciudad necesita conexión directa con aquella otra y por tanto, habrá una autopista que las unirá para siempre”. “El Chocó por fin tendrá quién se conduela”. “No habrá más niños con hambre en La Guajira y otros departamentos”
Y así, poco a poco repiten y repiten como loros. Además, las peleas entre ellos se dan para que la gente los vea, porque después, cenarán juntos en París, Madrid o Londres y nadie se dará cuenta.
Los candidatos a congreso son increíbles. Aparecen en todas partes, pululan en cada departamento y prometen, prometen y siguen prometiendo.
Empiezan a decir: “Recorreré el departamento para conocer qué quieren mis coterráneos”. Como si nunca hubieran ido a los municipios.
Y las vallas pululan por todas partes y con muchos rostros, algunos totalmente desconocidos, pero aspirantes al congreso.
Las vallas infestan calles, esquinas, parques como si el espacio les hubiese sido otorgado para que todos en el pueblo, para donde miren, encuentren sonrisas, palabras o frases que invitan a mirar para otro lado en busca de un lugar donde no se encuentren tantos tan juntos buscando lo mismo y tratando de convencer a todos los habitantes de que ellos, todos ellos, son muy especiales. Una contaminación visual que no deja hablar bien del Paisaje cultural cafetero.
Voy por la calle y encuentro que, en las esquinas, balcones, edificios, parques hay vallas con caras de candidatos que buscan cándidos electores.
Casi todos, por no decir que todos, están sonriendo o riendo e invitando a votar, porque cada uno tiene ofrecimientos, promesas, regalos para entregar a los cándidos escuchas de sus peroratas en un imaginario y extraño mundo de Subuso.
No saben qué poner en las vallas. Hay palabras o frases, como siempre, de publicidad engañosa, casi que convincente.
Ellos son así. Los salvadores del país, la región y la ciudad. Son diferentes a los demás y quieren probar que tienen la verdad a flor de piel para mostrar a los electores todas las bondades si votan por el número en el tarjetón.
Están dispuestos a sacrificarse por el pueblo. Hablan, gesticulan, sudan, y cuando visitan un sector, barrio, región o ciudad, estrechan manos, abrazan campesinos, besan niños, posan con familias pobres y disfrutan o se deleitan con los platos que les ofrecen para que se den cuenta que ellos también se untan de pueblo.
Ser congresista debe ser muy bueno, pues hay demasiados candidatos para tan poquitas curules. O están sin empleo y este es excelente.
Debe ser que les pagan muy bien y quedan solucionados todos sus problemas de por vida. Porque los que eligen, siguen igual.
Cómo sería de interesante que, en las entrevistas por radio, televisión y prensa, les preguntaran algo diferente a lo que ya sabemos.
Todos dicen que son honestos y van a acabar con la corrupción. Se les escucha hablar como ángeles caídos del cielo y dispuestos a cambiar el país, la región, la ciudad.
Por qué no preguntarles lo más interesante para conocer qué tanto saben los candidatos acerca del congreso
1. Qué es el congreso?
2. ¿Cuáles son sus funciones?
3. ¿Cuántos representantes integran la cámara?
4. ¿Por qué 3 por el Quindío?
5. ¿Qué es un acto legislativo?
6. ¿Cómo se tramita un acto legislativo?
7. ¿Qué es una legislatura?
8. ¿Cuántos períodos legislativos conforman una legislatura?
9. ¿Cuándo y cómo se reúne el congreso?
10. ¿Cuál es la clasificación de las comisiones en el congreso de la república?
11. ¿Han estudiado la constitución colombiana?
Hay muchos candidatos para el congreso y muchos partidos o sectores, pero, ¿De qué se ríen?