La frustración es ese sentimiento de impotencia. y perturbación de nuestro ánimo cuando no recibimos lo que creemos merecer, si “eso“ que anhelamos y por lo que consideramos nos hemos esforzado no llega, nos sentiremos frustrados.
¿Quién no ha sentido frustración en alguna ocasión en su vida? En Phrònesis te compartimos seis poderosos consejos para salir de la frustración.
¡El resultado no es el esperado! ¡Todo ha salido mal! ¡De nada valió tanto esfuerzo! ¿Yo qué hice para merecer esto? ¿Qué hago?
Analiza la situación en términos de en qué porcentaje lo que sucede depende de ti. Nos referimos a que algunas veces las situaciones escapan a nuestro control y nos quedamos “pegados» como si lo fueran. Por ejemplo, que llueva o no cuando hemos planificado un día de campo. O que quedemos atrapados en el tráfico porque hubo un accidente.
Hay cosas que no están en nuestro círculo de influencia, es cierto, pero también es verdad que, pase lo que pase, nosotros siempre tendremos la capacidad para decidir como actuaremos ante lo que nos sucede.
Que un imprudente choque nuestro carro nuevo o que nos asignen a un proyecto que no es de nuestro agrado, que nos despidan, que nos enfermemos, que el amor de nuestra vida se enamore de otra persona, en fin; situaciones para frustrarse siempre habrán y muchas, pero lo que resulte de estas situaciones la mayoría de las veces sí está bajo nuestra influencia.
Nos referimos a que la forma como nosotros reaccionamos a eso “malo y frustrante” que nos sucede determinará que nos quedemos en ese sentimiento de frustración o que salgamos airosos de ese mal trance.
Consejos básicos para salir de la frustración.
- ¡No te victimices! Hacerte la víctima te hace perder el foco. Te retrasa y disminuye tu capacidad de accionar. No sirve preguntarse: ¿por qué a mí? y lamentarte con quejas y llanto. En el pasado no te resultó tampoco resultará ahora, a menos que desees seguir como una persona desvalida. ¿No? ¡entonces deja de quejarte!
- Si se trata de una meta importante, hazte las preguntas correctas para que replanifiques desde la responsabilidad y no desde la víctima (aunque sientas que lo seas). Preguntas poderosas que puedes hacerte: ¿qué más tendré que hacer?, ¿qué debía hacer y no he hecho?, ¿qué otros recursos necesito?, ¿a quién le debo pedir ayuda? ¡Vamos, moviliza tus energías!
- Mantén una buena actitud. Enfócate en lo realmente importante, deja de pensar en lo que no puedes y dirige tu pensamiento a lo que sí puedes, a tus posibilidades.
- Evalúa el resultado obtenido en su justa medida, no lo magnifiques. ¿Es realmente eso que te sucedió trascendente, de vida o muerte? La mayoría de las veces la respuesta es no, pero lo tomamos como si lo fuera, debido a la frustración tendemos a evaluar las situaciones con los lentes de un pesimista que magnifica un inconveniente hasta verlo como una desgracia.
- Enfócate en tus capacidades y busca experiencias positivas en tus recuerdos. Identifica las estrategias que te han servido: ¿qué hiciste bien en el pasado?
- Toma distancia del problema o la situación que te preocupa. Relájate, si no tienes mucho tiempo, tomate unos minutos para hacer cinco respiraciones lentas y profundas. A veces la ofuscación no nos deja pensar.
Por último, recuerda que es tu responsabilidad como decidas afrontar la vida y sus adversidades. Te invitamos a reflexionar sobre esta frase de Viktor Frankl:
“Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento”.