Por Manuel Gómez Sabogal
Hoy y todos los días, día de la madre…
Regalos, besos, abrazos, felicidades, alegría. Todo, porque es el Día de la Madre. Almacenes llenos, tumbas visitadas. Risas y lágrimas.
En las grandes ciudades trasnochan los compradores. Y muchos se siguen equivocando con los regalos, pues todavía compran neveras, planchas, lavadoras, ollas, televisores para regalar a las madres. Es decir, para que sus madres sigan haciendo el oficio en la casa.
Otros van a las floristerías, dulcerías, joyerías, ventas de autos. Es decir, las carreras para comprar los regalos para las madres que esperan en casa o acompañan a los compradores.
Otros, las invitan, por fin, a almorzar o a comer, le llevan serenata, le regalan muchas flores, muchos abrazos.
Mientras tanto, otras madres lloran, sufren, se lamentan. No encuentran razones, no hallan justificaciones para celebrar el Día de la Madre, pues sus hijos no aparecen. No llegan. Están borrachos, tomando, gastando su dinero en cualquier sitio. De rumba. Otras sufren, se asustan, porque si los esposos llegan borrachos, les van a pegar.
Pero hay otras madres que tienen roto el corazón, el alma en pedacitos. Las madres de los soldados y policías que fueron asesinados. También, imagino a las madres de los guerrilleros. Las madres de los secuestrados. Las madres de aquellos que desaparecieron sin dejar rastro. Las madres de esos niños que se paran junto a los semáforos. Las madres de los niños violados, maltratados, asesinados por “balas perdidas”. Las madres que sufren porque en este país en guerra, deben seguir luchando para que haya paz. Porque no tienen una mano amiga, compañera que les ayude. Esas madres no quieren celebrar el día de la madre.
Porque a pesar del llanto y la tristeza, muchas madres no tienen respuestas sobre sus hijos. No saben si están vivos o muertos. No saben quién o quiénes los tienen. No saben qué hacer. Solamente llorar, esperar, tener fe.
Esas mujeres que siempre quisieron hijos que sonrieran a la vida y las acompañaran en su vejez.
Las madres siempre sueñan y creen que esa sonrisa al ver a su bebé cuando nace, jamás se apagará.
Sufrimientos, alegrías, sonrisas, tristezas, siempre estarán en el rostro de cualquier madre. Hoy y siempre, debemos celebrar el día de la madre.
Hoy y siempre, ratifiquemos la importancia que ella tiene como niña, joven, amiga, novia, esposa y madre. Como madre abnegada, alegre, trabajadora, fuerte, sincera, cariñosa.
El día de la madre es el día de la mujer…una mujer valiente, maravillosa, increíble. Una madre se dibuja en todas las mujeres. Y las mujeres merecen respeto.
Quienes no la tenemos físicamente, la añoramos siempre y seguimos sus consejos. Sé que nunca podré pagar todo lo que hizo conmigo. La madre nunca se borra de nuestra mente, porque guía nuestros pasos, así no esté.
¡GRACIAS, MADRE!