
Desde el octavo piso, por don Faber Bedoya
Lo normal, lo establecido por el Creador para nuestro cuerpo y vida es lo perfecto. Es asombroso el funcionamiento de nuestro organismo, la sincronía, armonía, el orden pre establecido. La anatomía de un niño es admirable, y más los infantes de hoy, de la ternura pasamos al asombro, parecen pinturas de un dedicado artista.
El cuerpo humano de un hombre adulto contiene en promedio 36 billones de células y una mujer 28 billones, átomos tiene cuatrillones, repartidos en 79 órganos, 200 huesos, 650 músculos y suficientes vasos sanguíneos para darle varias vueltas a Colombia. Y todo funciona a la perfección.
La verdad, es significativo el deterioro que le propiciamos a nuestro físico. Son muchas millas de recorrido, mucho “trajín”, ajetreo, desmanes, carreras, idas y venidas, en falda, llanito, montaña. Y del mantenimiento proporcionado, regular gracias. Los primeros años, como es nuevo, no necesita nada, solo después de tantos años empieza a pedir revisiones, chequeos, controles, pruebas de laboratorio, radiografías, escanografías, ecografías, Tacs y exámenes cada vez, más especializados, hasta que algo encuentran, para ese dolor que desde hace años tenemos.
La generación del 45 fue una población muy alentada, sana, bien alimentada y como por ley no podía tener vicios, sino hasta los 21 años, nada de tomar trago en público, nada de y menos de lo otro, muy sano, sanitos. Y además teníamos buenos servicios de salud, el ISS, Instituto de los Seguros Sociales, todo mundo estaba afiliado a esta institución, nos daban una tarjeta que cambiaba de color cada dos meses, y hasta servía de identificación, los hospitales públicos, donde ofrecían servicios de pensión y muy buenos de caridad, las clínicas privadas para los que podían pagar, Cajanal, para nosotros los maestros, las policlínicas, para los policías y los dispensarios para el ejército. Nadie estaba desamparado, sino ahí estaban las Damas Rosadas que colaboraban con todos. Indudablemente la cobertura en salud era total, oportuna y de muy buena calidad.
En mi caso estuve afiliado a Cajanal, funcionaba en la carrera 21 con calle 19, después, desde 1970, pasé a los Seguros Sociales, hasta su liquidación, que pasé a Coomeva, y ahora Sura, he contado con buenos servicios, todo hay que decirlo. Y hoy mayo del 2025 no sabemos para donde vamos ni donde iremos a parar. Pero fíjese, que este discurso se refiere solo a la parte física, a la salud del cuerpo material y la parte mental, emocional, psicológica, dónde la hemos dejado. Es muy frecuente la expresión, “caritas vemos, corazones no, es que la procesión va por dentro”, o mejor, “nadie sabe las peladuras que hay debajo de la enjalma”.
Porque en estas citas postrimeras, nos encontramos con compañeros muy aliviados, están “muy bien, gracias a Dios”, y se les nota, de seguro no están “chicaniando”. Caminan mucho, derechitos, juegan billar por las tardes, pertenecen a clubes, grupos de adulto mayor, tertulias, talleres, van a cuanto espectáculo hay, son muy activos y dinámicos. Leen y escriben, escasamente sufren de hipertensión controlada y de muy buen semblante. Hay otros con enfermedades preexistentes, medicados, activos socialmente, pero ya las enfermedades u operaciones, empiezan a cobrar factura y se nota en el físico y hasta en el andar. Y últimamente en mi grupo, hemos optado, semanalmente, por visitar enfermos que ya no salen a la calle y tomarnos con ellos un chocolate, de verdad nos resultó muy gratificante y sanador.
Lo que si es cierto es que hemos adquirido unos hábitos, costumbres o si quiere, resabios alimenticios dignos de mencionar. La mayoría come sin sal y sin azúcar, sin hielo por favor, solo pollo o pescado, sin cebolla, con verduras, no muy caliente, y poquito, que no vaya a tener ajo, me como dos dientes de ajo día de por medio, para el colesterol, tome caléndula, no mejor los arándanos, o el agrá. Sin arroz, poquitas papas, los frijoles son mortales para el colon, tomo solo leche deslactosada, igual al aguacate no hay nada, tome en ayunas bicarbonato de soda. Colombiano que se respete, receta, para todo tenemos una fórmula. Y cuantas dietas sugieren, para adelgazar, para coger carnita que está muy flaco. Me faltan días para anotar todas las sugerencias u órdenes alimenticias que he recibido en mi larga vida.
En todas estas situaciones de vida hay un denominador común, lo que nos mantiene con vida, es la creencia en un Ser Superior. Las carencias, falencias, dificultades, problemas son pruebas, oportunidades de salir adelante. Esto también pasará, la fe permanece. Y Dios sigue muy aliviado, de buen humor, no está enojado conmigo ni contigo, no importan todas las peladuras que hayan debajo de la enjalma, Él tiene la medicina indicada, y si de pronto son talladuras en el alma, mejor, Él, se las sabe todas, para superar estigmas y vejámenes. Lo bueno es que sabe mis problemas, mis montañas con nombre de desórdenes, carencias, necesidad de trasmutar acciones, para desde hoy con su ayuda, hacerlo de manera diferente.
Pero una medicina muy sugerida en la actualidad, es darle unas merecidas y necesarias vacaciones a la mente, dejarla descansar de tanta e inútil “pensadera”. En mi caso, sin pensarlo, me voy a tomar un retiro en el laboratorio astronómico de German, durante una semana. Hasta luego.