Tres amigas conversaban un día, y una dijo:
– Uy! Cuando hago el amor con Juan, le toco los huevos, ¡y se le ponen calientes
La otra dice:
– Cuando yo hago el amor con Pedro, le toco los huevos, ¡y también se le calientan!
La tercera dice:
– ¡No! Yo no me he dado cuenta. Pero esta noche cuando haga el amor con mi gordo, me voy a fijar y les cuento.
Al otro día se juntan y la mujer llega con un ojo morado, un brazo enyesado, cojeando, en fin, toda golpeada, y las amigas le preguntan:
– ¿Qué te pasó?
Y responde:
– Bueno, estaba haciendo el amor con mi gordo, y me acordé de lo que habíamos hablado, así que le toqué los huevos y le dije: «¡se te calientan los huevos como a Juan y a Pedro!», ¡¡y CATAPLUN me entró a coñazos!!