Por Manuel Gómez Sabogal
“Si ustedes los jóvenes no asumen la dirección de su propio país, nadie va a venir a salvarlo. ¡Nadie!”
Jaime Garzón
Recuerdo en estos momentos el movimiento estudiantil de mayo de 1968 en Francia, especialmente en París, que, en esa época, desautorizaban las organizaciones políticas y sociales, como los partidos políticos, el gobierno, los sindicatos o los regímenes de las universidades. Allí surgió Daniel el rojo.
A ese movimiento se unieron los trabajadores, sindicatos y muchos más. Pusieron en aprietos al gobierno, pues no se esperaban que hubiese tal magnitud de protesta. Pensó el gobierno que iba a ser un fracaso, pero fue todo lo contrario. Charles De Gaulle tuvo que recurrir a adelantar elecciones y realizar cambios.
Esas protestas se repitieron en otros países y recuerdo muy bien que quienes estábamos en la Universidad del Quindío tuvimos la represión grande cuando la policía se tomó la institución. Fue cerrada la Universidad.
Sea el momento para recordar también, la primavera de Praga, cuando el joven Jan Palach se prendió fuego como protesta por la invasión rusa a Checoslovaquia, debido a las reformas implantadas por el presidente checo y que no gustaron a Moscú.
En 2011, Camila Vallejo, estudiante chilena, lideró las protestas por una mejor educación. Los estudiantes plantearon cambios profundos al sistema educacional y lograron que se les atendiera en sus peticiones. La imagen de Camila sigue siendo un referente cuando se habla de educación en Chile.
Es decir, alrededor del mundo ha habido jóvenes líderes que han mostrado que sí se puede protestar contra los abusos del poder, la corrupción, el mal manejo del país.
Los jóvenes, en muchos países, son los que están mostrando que sí se puede. Que pueden acabar con los dinosaurios de la política en el mundo, con quienes van a legislar, pero más a dormir y a ganar dinero y prebendas haciendo menos que poco.
Colombia se estaba demorando, pero llegó el momento. Y nada más que el gobierno quiso aprovechar la época de la pandemia para implantar una reforma tributaria abusiva y fuera de contexto. Con un ministro de hacienda que siempre creyó que la docena de huevos vale 1800 pesos, porque nunca fue a un mercado.
Ese ministro se aferraba a su cargo pese al mal proceder Cada vez, decía que la reforma debía aprobarse rápidamente. Y cuando se dieron cuenta, jóvenes estudiantes, centrales obreras, trabajadores, estaban en las calles protestando.
Creyeron que eso pasaría pronto, porque cuando le pedían al presidente que retirara ese proyecto, este siempre buscaba el apoyo de los congresistas para que apurara la aprobación del engendro.
Cuando ya vieron todo perdido, era tarde. Protestas en todo el país, cierre de carreteras, bloqueos, manifestaciones por doquier.
En lugar de calmar los ánimos, el presidente en su prepotencia, pidió que el ejército se tomara las ciudades. Entonces, vinieron los atropellos, se dieron a conocer los desmanes de la fuerza pública y ya, en todo el mundo, hay manifestaciones pidiendo el respeto a los derechos humanos, dos palabras que olvidó el gobierno hace tiempo.
No se escucha a los jóvenes. El presidente cree que los diálogos se dan con los políticos dinosaurios, los ex presidentes que deberían estar en casa, guardados y en paz y los politiqueros que han manejado a su antojo el país.
Los jóvenes piden que se les escuche, pero hay una gran barrera entre el gobierno y ellos. La corrupción desangra el país y parece que al gobierno no le conviene tocar a los corruptos.
Son sordos ante los gritos incesantes de los jóvenes. Quieren ser escuchados, pero el gobierno es sordo ante sus clamores.
Y los jóvenes en Colombia lideran las marchas, muchas de ellas con cánticos, danzas, bailes, teatro, mostrando que la cultura está por encima del ejército, pero en este país, es más importante dar presupuesto a las armas y menos a la cultura, las artes, la educación.
Este país requiere menos armas y más atención social, menos cemento y más humanismo, cero corrupción y más recursos para hospitales, escuelas y cultura.
El gobierno se hace el de la vista gorda cuando se trata de acabar con la corrupción. Y todavía no hay respuestas a tantos y tantos casos. Algunos corruptos en cárceles o casa por cárcel y dinero en sus bancos en el exterior.
Interbolsa, Termorrío, Brigadas del ejército, Federación de Fútbol, Fonade, Cártel de los alimentos, Odebrecht, Contratos, Contratación, Agro ingreso seguro, Salud, Dragacol y muchos más, donde esa platica está por ahí, pero nadie da razón.
“El jefe de Duque, por favor, déjenos en paz. Qué hace dando consejos. Déjenos en paz. La gente ya no los quiere. No los quiere más. La protesta, el descontento es por ustedes, es contra ustedes. Ustedes son el establecimiento político de Colombia que tiene a Colombia jodida”.
Martín De Francisco