Por Andres Macías Samboni
El pasado 20 de julio conmemoramos el grito de la independencia; sin embargo, la independencia de Colombia es una utopía (una ilusión) debido al crecimiento constante de la deuda externa. Si bien es cierto que Colombia ha logrado liberarse del yugo colonial y ha obtenido su independencia política, la realidad económica y financiera del país sigue siendo una dependencia ilusoria.
La deuda externa de Colombia ha aumentado considerablemente en las últimas décadas, lo que coloca al país en una situación vulnerable y dependiente de los prestamistas internacionales. El hecho de que la deuda externa siga creciendo significa que Colombia está tomando más dinero prestado para financiar sus gastos, lo que a su vez genera intereses y pagos cada vez mayores.
Esta situación de endeudamiento excesivo limita la capacidad de Colombia para tomar decisiones independientes y controlar su propio destino. En lugar de gestionar su economía de manera autónoma y tomar decisiones basadas en los intereses nacionales, el país está obligado a cumplir con los requerimientos y condiciones establecidos por los prestamistas internacionales.
La creciente deuda externa también tiene un impacto negativo en el desarrollo y bienestar de la población colombiana. Como resultado de los altos pagos de intereses y las obligaciones de repago de la deuda, los recursos que podrían destinarse a inversiones en salud, educación, infraestructura y desarrollo económico se ven comprometidos.
Los anteriores factores son cruciales para que haya un verdadero cambio porque el pueblo, en estos momentos, grita al unísono la necesidad de inversión a lo que es prioritario. No es justo que el sistema de salud continúe en detrimento, al igual que la educación y todos los otros sistemas que hacen falta para que Colombia se convierta en potencia mundial, ya que, siendo un país biodiverso, con mucho potencial agrícola, pluricultural y multiétnico lo amerita.
Además, la dependencia excesiva de la deuda externa también puede poner en riesgo la soberanía y la autonomía política de Colombia. Los prestamistas internacionales pueden utilizar su influencia para imponer políticas económicas y medidas de ajuste estructural que no necesariamente son beneficiosas para el país.
Es fundamental que Colombia busque alternativas para reducir y gestionar su deuda externa de manera más eficiente. Esto implica tomar medidas para mejorar la capacidad de ingresos del país, combatir la corrupción, fomentar la inversión nacional y promover un crecimiento económico sostenible.
En conclusión, la independencia de Colombia puede ser considerada una utopía a la luz del crecimiento constante de la deuda externa. Mientras el país siga dependiendo del capital externo para financiar sus necesidades y compromisos financieros, su autonomía y capacidad de decisión estarán limitadas. Es urgente que Colombia tome medidas para reducir su deuda externa y buscar un mayor grado de independencia económica y financiera.