Por Manuel Gómez Sabogal
Son gemelos, pero distintos. Iguales, pero diferentes. Son ellos guionistas, directores, actores, maestros. Serios, simpáticos, estrictos, pero no rígidos. Vinieron a vivir a Armenia por recomendación médica a Raúl.
Recordé mucho al también actor Alfredo González, pues luego de vivir en Bogotá, se radicó en Armenia para comenzar otro de sus sueños, el cual era crear una escuela de formación actoral y técnica para televisión. Falleció en septiembre de 2018.
Conocí a Raúl y Saúl, gracias a la actriz Martha Silva. Los visité en su apartamento de la carrera 15 con 23 y luego en el otro cerca de la universidad del Quindío.
Después, en medio de una de mis locuras, acepté hacer parte del elenco de “Desconectados” una obra original de Tony Caslas “Mi amigo en mi”, donde había 3 personajes: José, Sonia, la hija y Lucía, la profesora.
Laura Rivera Baena representaba a Sonia, quien fue reemplazada luego por Vanessa Giraldo y Martha Silva era la profesora.
Empezamos los ensayos en el hall de un edificio por la Castellana. Allí, nos reuníamos todos, bajo la dirección de Martha Silva. Después, ensayábamos en la terraza del edificio donde habitaba Vanessa Giraldo, en el apartamento de Raúl y Saúl…
Recuerdo que mi personaje era José, un poco desconectado de la realidad, porque ya estaba empezando su Alzheimer.
Raúl y Saúl gozaban y se burlaban con mi repetidera de la primera escena:
“Aquí, la batería…Aquí, los teclados…Aquí, la guitarra y el bajo y aquí…Yo, señoras y señores. ¡José Bendito! Pues todo va a quedar listo en unos meses…Y otra vez, recorriendo el mundo: Europa, Latinoamérica, …Estados Unidos, Canadá y por supuesto, nuestro querido país. Al que tanto queremos…Buenas tardes, señoras y señores, gracias a todos por invitarme. Yo soy José Bendito. He trabajado mucho, mucho. He visitado todas las ciudades y pueblos de este país. No hay un solo rincón donde o haya estado. Ahora, voy a montar una nueva orquesta… Porque resulta que Juan José Ramírez mi amigo, conoce a Ariel, también amigo. Y, entre ambos, me van a hacer un disco… Porque yo tengo muchos discos… de plata… de bronce… de oro… de todo lo que hay. Yo empecé en esto hace más de 20 años… o 30…no sé cuando era joven. Me presenté a un concurso para cantantes que hacían en mi pueblo… Y me lo gané. Me dieron mucho dinero: 50 mil pesos. En aquella época era mucha plata… Me compré un vestido… un vestido muy fino… Me lo hizo don Revelo, el sastre del pueblo. Y lo usaba en todas las presentaciones… Más de 20 años de escenario en escenario. A veces, hasta recitaba… Es que, aquí en este corazón, palpita el arte… y entonces, sentía que era actor… y hasta poeta como por ejemplo “Soledades” de Mario Benedetti:
“Ellos tienen razón, esa felicidad
Al menos con mayúscula, no existe.
Ah, pero si existiera con minúscula
Sería semejante a nuestra breve presoledad.
Después de la alegría, viene la soledad…”
Eran cinco escenas, las cuales ejercitábamos tres veces a la semana. Cuando Martha debía faltar por alguna razón, recuerdo que Raúl tomaba las riendas. Repetíamos la primera escena hasta cuando estuviese bien.
Los regaños de Raúl eran constantes, pues le gustaba la perfección. Estricto y rígido, debido a su formación actoral. Pero no había problema. Aprendiendo se aprende.
“Aquí, la batería… Aquí, los teclados… Aquí, la guitarra y el bajo y aquí… Yo, señoras y señores. ¡José Bendito! Y dale…Hasta en nuestros encuentros casuales, ese era mi saludo, acompañado de risas.
Tuve un inconveniente personal y debí retirarme del elenco.
Eso no fue óbice para que buscaran un reemplazo y pudieran presentar “Desconectados” en la Universidad del Quindío.
Después, siguieron las citas, reuniones a las cuales asistíamos todos. Charlábamos, tomábamos café y luego salíamos para volver a encontrarnos.
Raúl y Saúl vivían en un apartamento cercano a la Universidad del Quindío. Los visité varias veces y en ocasiones, había invitaciones a almorzar en un restaurante cercano.
Nuestra amistad continuó e incluso estuvieron en mi casa charlando al calor de un café. Burlándose de mi como siempre lo hacían.
Nos encontramos en el programa de Acordes Mayores, cuyo último evento en vivo fue en agosto de 2019. Allí, hice otra locura y fue, representar a Sandro. Lógicamente, se burlaron mucho más.
Unos gocetas a costillas mías. Geniales amigos. Cuando había oportunidad, nos encontrábamos charlábamos y caminábamos un buen rato. El famoso virus nos separó durante todo el 2020.
Este año, a comienzos del mismo, mis encuentros habían sido con Saul, a quien le preguntaba por Raúl, pues ya no salía de casa.
El lunes 15 de noviembre de 2021, Raúl, quien en la foto está a mi izquierda, partió a la eternidad.
Gracias Raúl por tantos momentos simpáticos y llenos de humor. Una amistad que nació en un momento maravilloso, pero no muere con tu partida.
Queda Saúl y esperamos que todo siga muy bien con él. El día del sepelio, Saúl no pudo ir, pues se enfermó. Y días después, fue internado en la clínica.
Aun hoy, cuando escribo esta nota, (noviembre 28), Saúl sigue allí. Solo esperamos que se recupere pronto, pues todavía lo necesitamos.
“A los ojos tristes, hay que hacerles menos preguntas y darles más abrazos”