Por Manuel Gómez Sabogal
Muchos son los niños que juegan fútbol en terrenos pequeños, grandes, inventan porterías con sacos, maletines, piedras. Otros, encuentran sitios grandes, donde pueden hacer porterías con guaduas y partidos entre los 22 jugadores.
Su pasión por el fútbol es grande. Sueñan ser como aquellos que han llenado estadios, tienen trofeos, son goleadores y algunos recuerdan a Maradona, Cristiano, Messi. Se quieren parecer a ellos, sus modelos.
De un tiempo para acá, ya existen los representantes de fútbol, una nueva profesión para hacer dinero como intermediario de jóvenes talentos.
Los representantes de fútbol son solo eso. No les interesa sino tener en su haber a algunos jóvenes para empezar a negociar “la mercancía” por el mundo. Ya hay información y avisos clasificados para esta nueva profesión:
“En caso de que sepas cómo ser representante de futbolistas, se trata de un nicho de mercado en auge. Entran muchos factores en juego para que consigas clientes punteros, pero si tienes habilidades como negociador y un conocimiento profundo del mercado futbolístico, sin duda esta es la profesión ideal para ti. Tenemos experiencia a la hora de poner en contacto a representantes con jugadores, de manera que el futbolista encuentra una figura que sabe lidiar con los aspectos extradeportivos que de otra manera le restarían concentración sobre el terreno de juego”.
Ejemplo de la vida real de un aviso clasificado en la prensa
Entonces, empiezan a aflorar los negocios entre clubes, jugadores, donde predominan los representantes. A ellos no les interesa sino las cualidades del joven deportista. Nada más. La educación no importa. Lo que saben los jóvenes no importa. Solo deben jugar bien al fútbol.
Esos niños y adolescentes que juegan en los barrios, pueblos o algunas ciudades, son contactados y llevados a algún club. Muchos no han estudiado la primaria o el bachillerato.
Su salario es el importante. Nada más. Y empiezan a transitar por diferentes clubes hasta cuando algunos llegan a ser estrellas. Y se estrellan.
Escuché una entrevista a un jugador de fútbol, quien hablaba de la difícil situación por la cual pasan muchos jugadores cuando no saben sino practicar fútbol, porque son conscientes que su situación puede terminar a los 30, 33 o 35 años, si no antes.
Hernán Peláez tocó el tema en su programa radial, pero aludiendo a la depresión de muchos jugadores y que, debido a ello, aumentan los suicidios. Citó el caso de Uruguay, donde este año, ha habido varios suicidios.
“En febrero anterior, fue el suicidio de Santiago “Morro” García el que conmovió y enlutó al fútbol suramericano. Hace menos de una semana se había suicidado Williams Martínez, quien jugaba en Villa Teresa, equipo de la segunda división de Uruguay. La muerte de Emiliano Cabrera, de 27 años, se suma a las de Santiago García y Williams Martínez”. “Estos son algunos de los nombres de futbolistas que también decidieron suicidarse: Andreas Biermann, Alberto Pedro Vivalda, Ramiro “Chocolatín” Castillo, Luis Ibarra, Fabián Madorran, Joan Gamper, Matthias Sinderland, Lester Morgan Suazo, Sergio Sculmeister, Sándor Kocsis, Gary Speed, entre otros”.
Son muchos los deportistas que se han suicidado al no encontrar futuro después de terminar su tránsito por la actividad. Muchos caen en depresiones de las cuales no se levantan
Otros han caído en la tentación de las drogas y no tanto para consumirlas, sino para traficarlas. Además, son detenidos, extraditados o encerrados durante muchos años.
Qué bueno sería contar con gobernantes que entendieran el valor de la educación.
Qué bueno sería colaborar con esos jóvenes que desean triunfar en otros campos, pero no tienen estudio alguno, educación en otras ramas.
Qué bueno sería que los clubes ayudaran a los jóvenes a entender que el fútbol puede ser parte de sus vidas y que también deben desarrollar otras actividades, gracias a una carrera o a un diploma.
Qué bueno sería que las universidades tuvieran cursos especiales para deportistas. Que eligieran algún curso dentro de la institución y que pudieran hacerlo virtualmente. Oportunidades diferentes para que esos jóvenes entiendan que el deporte puede acabar temprano en sus vidas.
Qué bueno sería que los representantes del fútbol entendieran que esos jóvenes merecen otras oportunidades como la educación, además del fútbol.