¿Cómo se apaga?
A las cuatro de la tarde, llegamos puntuales a su clase de modelaje. Es que a sus seis años, baila, se mueve, es princesa, sueña, se ríe y disfruta. Nada de problemas en la vida. Es el goce hecho mujer.
Terminada su clase de modelaje, dos horas después, volví por ella. La profesora estaba allí con la niña, esperando mi llegada, porque no tenía transporte y debía llegar rápidamente al Armenia Hotel a una presentación que se iniciaba a las siete de la noche.
Con gusto, le dije que la llevaría hasta el hotel, mientras Isabella me decía que era muy importante para la profe que llegara temprano. Iniciamos el recorrido hasta el hotel e Isabella empezó a indagar por el evento de las siete de la noche. La profe desfilaría y la invitaba a que la viera. Me puse a pensar que, hasta ahí, llegaba mi descanso. Ni emisora, ni Concurso de duetos, pensé.
Dejamos a la profesora frente al hotel y seguimos camino a casa. Y mientras tanto, me recordaba que estaba invitada al evento. Era una invitada especial y no podía fallarle a la profe. Llegamos a casa y decidió organizarse un poco para estar mejor presentada, ya que iba para un gran certamen.
Alcancé a saludar y ya me estaban despidiendo. Preguntaba la hora cada dos minutos, pues no quería llegar después de las siete. Se perdería el desfile de la profe y eso era un crimen muy grande.
Llegamos al Armenia Hotel, preocupada por la hora, entramos, llegamos al Salón Colombia, buscó un sitio frente a la pasarela y allí nos ubicamos. Enseguida había una de las diseñadoras. Se le presentó: «Me llamo Isabella y vine con mi abuelito». Y empezó la entrevista. Le preguntó por la familia, qué hacía allí y le contó que la profe la había invitado muy especialmente. La diseñadora trataba de concentrarse, pero Isabella le tomaba el brazo, la decía secretos y no había caso.
De pronto, escuché una pregunta: «¿De dónde te apagas». Isabella contestó inmediatamente: «No, yo me apago por la noche cuando me duermo y por la mañana vuelvo y me prendo». Sonrisa, risa y carcajada.
Disfrutó los diferentes desfiles y cuando ya quiso, me dijo que estaba cansada y aburrida. Que nos fuéramos pronto. Aproveché y la invité al Concurso de Duetos. Le dije que era música. Aceptó la invitación y nos fuimos al Centro de Convenciones.
Entramos y había un dueto interpretando un bambuco. «Abuelo, esos señores cantan muy feo. Vámonos». Salimos, pero allí habían dos señoras conversando. Se les arrimó y empezó a charlar con ellas. Un largo rato les puso conversación. Una de ellas, me repitió la frase aquella: «¿De dónde se apaga?» Pero como por encanto, Isabella me dijo: «Abuelo, ya no nos vamos. Ellas van a cantar y son mis amigas. Las quiero ver».
Volvimos a ingresar. Nos ubicamos en segunda fila. Atenta, inquieta, escuchaba en silencio. Cuando salió el dueto de sus amigas, Dueto Marinelly, aplaudió y se quedó callada, quieta. Terminadas sus interpretaciones, me dijo: «Abuelo, mis amigas van a ganar. Ahora sí, nos vamos».
Así es ella. No hay caso.
Manuel Gómez Sabogal
manuelgomez1a@gmail.com | Imagen tomada de D-Latino