Según algunos sociólogos y psicólogos, el «deber conyugal» ha sido reemplazado por el “querer conyugal”, y el amor propio ya es compatible con amar a otro. Precisamente, quererse a sí mismo es una de las principales vacunas contra la dependencia, el maltrato y las relaciones de dominancia, es decir, el sufrimiento por amor. La máxima ya no es: “Te amo, luego existo”, sino: “Me quiero a mí mismo, luego puedo amarte”.
Así las cosas, el amor propio en justa medida equilibra también el amor a los demás. Esto es un fundamental en el amor de pareja, pues reduce los riesgos de apego y dependencia y, en otro extremo, de las actitudes narcisistas.
Veremos entonces, a continuación, las implicaciones del individualismo en la relación de pareja desde dos facetas: Por un lado, ese que se practica de forma irresponsable y destructiva, egocéntrica, recelosa y narcisista y, por otro lado, ese individualismo responsable y constructivo, sano, solidario y justo.
1. El individualismo irresponsable y destructivo: «No te amo, porque me amo«
Al individualista irresponsable le importan un rábano el mundo y los demás. Está centrado en sí mismo y solamente desea promover sus intereses, así sea a expensas del prójimo. Su regla es: “Sálvese quien pueda”. El único compromiso que conoce es el de la propia supervivencia a cualquier costo. Un toque de avaricia y bastante narcisismo definen su personalidad básica. ¿Qué lo motiva?: el éxito personal, ser único y especial, sacar la mejor tajada.
Obviamente, tratar de construir una pareja saludable con una persona con estas características es imposible. De hecho, estos individuos violan sistemáticamente los derechos humanos de sus parejas, de manera abierta o sutil. Dos ejemplos:
- Cuando él está enfermo, ella lo cuida. Cuando ella está enferma, él se indigna y la arremete contra ella. O viceversa.
- Ella siempre le lleva el café por la mañana. Un día la mujer le pide un vaso de agua y él responde: “¿Acaso soy tu sirviente?”.
2. El individualismo responsable y constructivo: “Quererte, queriendo a mí mismo”
Este individualismo no olvida o niega los derechos de los demás. Se trata de congeniar lo tuyo con lo mío, de hacer compatibles las diferencias.
El individualismo responsable busca fines nobles y esencialmente positivos, ya que promueve una filosofía humanista: “Te amo, porque me amo”. Queramos o no, una relación afectiva donde algunos de los miembros se opongan radicalmente al bien del otro, es imposible de sobrellevar, a no ser que asumamos la actitud del sacrificio por el sacrificio.
Una pareja ‘individualista responsable’ muestra ciertas ventajas importantes:
- Estimula la reciprocidad para que no se anule el “yo” de parte y parte.
- No descarta emociones como la compasión, la empatía u otros sentimientos de aproximación.
- Promueve el desarrollo del potencial humano.
- Siempre respetará tus preferencias e inclinaciones para que respetes las suyas.
- Se preocupa por la pareja cuando realmente vale la pena hacerlo, ya que distingue la preocupación sana de la obsesiva.