La ciencia se ha visto obligada en los últimos años a retomar ciertas prácticas de la medicina ancestral como alternativa a métodos de intervención modernos que no siempre dan resultado. La meditación está en la lista, y lejos de ser un supuesto basado en la superstición, una variedad de estudios científicos demuestran que meditar puede ser más efectivo que la psicoterapia y la medicación para tratar un sinnúmero de enfermedades, entre ellas, la depresión y la ansiedad.
Aunque la meditación es mayormente conocida gracias al budismo, el taoísmo y el yoga, los antropólogos creen que sus orígenes podrían remontarse al año 5,000 A.E.C. (antes de la era común). Posteriormente, entre el año 1,500 A.E.C. y el 650 A.E.C., la práctica se esparció en la India y el sudeste de Asia, especialmente en China y Japón. En la India, las valiosas propiedades de la meditación fueron plasmadas en textos espirituales como los Vedas, los Yoga Sutras de Patanjali y el Bhagavad Gita, considerado uno de los libros religiosos más importantes del mundo.
Históricamente, la meditación ha sido empleada como una vía hacia el despertar de la consciencia y el desprendimiento de las distracciones materiales. Hoy en día, se ha dirigido su uso a la regulación emocional, el manejo del estrés y la redirección de los pensamientos, con beneficios potenciales para la mejora de la concentración y la disminución del dolor en pacientes crónicos.
Vale la pena rescatar que, si bien el mindfulness ha ganado terreno como técnica de meditación predilecta en un gran número de personas, existen otro tipo de recursos como la meditación guiada y la respiración yoga que aportan beneficios igualmente positivos en el tratamiento de la hipertensión, el insomnio y otros males.
Ideas clave
- La meditación es una práctica física y mental utilizada para potenciar la paz interior y la relajación del cuerpo, mejorar el equilibrio psicológico, hacer frente a la enfermedad y mejorar el bienestar general.
- Existen muchos tipos de meditación, pero la mayoría comparten elementos en común: un lugar tranquilo con la menor cantidad posible de distracciones; una postura específica y cómoda; un foco de atención, ya sea una palabra o una sensación, como la respiración; y una actitud abierta, libre de juicios, para permitir que las ideas y distracciones vengan y se vayan naturalmente.
Lo que la ciencia puede decirnos de la meditación y sus efectos benéficos
Meditar nos ayuda a reducir los síntomas de la depresión, la ansiedad y contrarrestar el insomnio
Una revisión de 47 ensayos publicada en 2014 halló evidencia de una mejoría moderada en los síntomas de ansiedad y depresión en participantes de distintos programas de meditación mindfulness (atención plena). De igual forma, diversos estudios han encontrado que las personas con problemas para dormir o insomnio crónico experimentan una reducción del estrés y una consecuente mejoría en su condición con ayuda de programas basados en la meditación, logrando quedarse dormidos más rápido y durante más tiempo.
La meditación puede ayudar a las personas a dejar de fumar y combatir otras adicciones
El Centro Nacional de Salud Complementaria e Integrativa de los Estados Unidos refiere una serie de investigaciones que describen la eficacia de la meditación en intervenciones dirigidas al cese del uso del tabaco y el tratamiento de la abstinencia. Ya que la meditación ayuda a las personas a enfocar plenamente su atención, mejorar la auto-consciencia y fortalecer la disciplina, las personas que meditan podrían tener más éxito en el proceso de vencer una adicción que quienes no practican ningún tipo de meditación.
Lidiar con el dolor puede ser más fácil para las personas que meditan regularmente
Las investigaciones sugieren que la función cerebral de modulación del dolor podría verse favorablemente estimulada cuando meditamos, reduciendo nuestra percepción del dolor hasta en un 50 %.
Un estudio publicado en 2011 por la revista Journal of Neuroscience halló que la meditación redujo la activación relacionada con el dolor en la corteza somatosensorial primaria contra lateral. Las reducciones inducidas por la meditación en los índices de intensidad del dolor se asociaron con un aumento de la actividad en la corteza cingular anterior y la ínsula anterior, áreas implicadas en la regulación cognitiva del procesamiento nociceptivo.
En otras palabras, los resultados del estudio sugieren que la meditación altera la construcción subjetiva de la experiencia del dolor, lo cual resulta muy beneficioso en personas con enfermedades crónicas.
La meditación tiene el poder de mejorar nuestra satisfacción general y la calidad de nuestras relaciones interpersonales
La meditación, particularmente en el yoga, puede contribuir a una mejor percepción de nosotros mismos y una actitud más optimista hacia la vida. Biológicamente, meditar y practicar yoga disminuye la respiración y la frecuencia cardíaca, la presión arterial, los niveles de cortisol en sangre (hormona del estrés) y aumenta el flujo sanguíneo a los intestinos y órganos vitales. Esto genera una mayor sensación de auto control y permite evadir los mecanismos del miedo y la agresividad, mejorando la confianza, la eficiencia y la capacidad para enfocarnos en los aspectos positivos de nuestro entorno.