Traducido por Luis R Castellanos, de Forbes
En las relaciones duraderas, el amor verdadero requiere más que la chispa inicial de excitación y atracción. El amor resiliente no se basa únicamente en la pasión, sino también en el esfuerzo constante. Cuando la emoción inicial se desvanece con los altibajos de una relación, en medio del caos y el estrés diarios, es el compromiso y el respeto mutuo lo que sostiene a las parejas, guiándolas a través de las tormentas de la vida con dedicación inquebrantable.
A continuación presentamos cuatro signos vitales de una relación sana y realista que contribuyen a su estabilidad, satisfacción y longevidad.
1 Las relaciones duraderas no siempre son iguales
La igualdad en una relación amorosa no significa que ambos socios estén siempre en equilibrio; se trata de mantener un equilibrio dinámico. Cuando uno de los socios falla, el otro interviene para brindar apoyo. Los compromisos y el sacrificio son componentes esenciales de cualquier relación resiliente.
El compromiso implica resolver diferencias mediante concesiones mutuas, que son discutidas y aceptadas por ambas partes. Esto no significa que uno siempre esté dando y el otro recibiendo. Más bien, se trata de comprensión y apoyo mutuos, asegurando que ambos socios se sientan valorados.
El apoyo mutuo en una relación tampoco significa que una persona sea la única responsable de mantener todo junto mientras la otra se desmorona en tiempos difíciles. Más bien, significa que uno de los miembros de la pareja proporciona estabilidad y apoyo para ayudar al otro a recuperar su fuerza y equilibrio, no sólo por obligación, sino por profundo respeto y amor. Al mismo tiempo, es esencial que los socios se esfuercen por mejorar tanto por sí mismos como por el de sus socios, para crear un verdadero equilibrio.
De lo contrario, una pareja que cede continuamente en nombre del amor incondicional puede terminar sintiéndose vacía y agotada. El resentimiento no abordado que se acumula con el tiempo puede eventualmente llevar a la ruptura de la relación.
2 Las relaciones duraderas requieren confianza mutua
Sentirse lo suficientemente seguro como para compartir cualquier cosa con su pareja es la piedra angular de una relación sana. Esta seguridad permite la apertura y la vulnerabilidad, fomentando una intimidad más profunda. Esto también garantiza que no se oculten problemas importantes, lo que fortalece la confianza y mantiene la relación honesta y resiliente.
Las investigaciones sugieren que la confianza mutua y la comunicación honesta reducen la ansiedad y la evitación de las relaciones con el tiempo. Cuando usted y su pareja confían y apoyan los objetivos y valores del otro, no hay necesidad de ocultar nada ni evitar conversaciones difíciles.
Por ejemplo, a veces, las personas en relaciones a largo plazo priorizan las necesidades y deseos de su pareja sobre los suyos propios. Podrían dejar un trabajo para tener un hijo o mudarse a otra ciudad para seguir la carrera de su pareja. Esto está bien, pero es fundamental ser honesto consigo mismo acerca de lo que realmente le importa. Si algo es importante, comunique sus necesidades y encuentre formas de lograr que eso funcione para ambos.
No es realista esperar que ambos socios tengan deseos idénticos a lo largo de su relación. En cambio, reconozca que sus caminos a veces divergirán. En esos momentos, expresa tus necesidades con claridad, pero siempre con respeto y mente abierta.
3 Las relaciones duraderas trascienden a las identidades individuales
Contrariamente al dicho popular “tú me completas”, que sugiere que los individuos están incompletos por sí solos y solo se vuelven completos cuando encuentran a su pareja, las relaciones duraderas prosperan cuando las parejas se unen como individuos completos e independientes para crear algo más grande que ellos mismos.
En tales relaciones, las personas no permanecen juntas por desesperación, inseguridad, miedo a la soledad o simplemente porque todos los demás lo hacen, sino porque realmente quieren estar juntas. Esta unión se basa en el deseo y el compromiso, no en la necesidad ni en la obligación. Una asociación formada con la mentalidad de “te quiero” en lugar de “te necesito” es infinitamente más empoderadora.
Por lo tanto, cada socio debe satisfacer sus necesidades individuales y ser fiel a sí mismo antes de priorizar a su pareja, ya que no se puede servir de una taza vacía. Cuando ambos socios mantienen sus propias vidas (entregándose a pasatiempos, reuniéndose con amigos y persiguiendo pasiones personales) pueden formar una relación que se sienta rejuvenecedora en lugar de agotadora.
Adoptar una mentalidad de crecimiento permite a las parejas prosperar individualmente y ayuda a que su relación florezca. Comparten nuevas experiencias, aprenden unos de otros y crecen juntos. Esta autorrealización fortalece los cimientos de una relación.
4 las relaciones duraderas son conscientes
Las parejas suelen discutir por cuestiones triviales. Los enfoques constructivos para gestionar los conflictos y regular las emociones durante las interacciones acaloradas son una parte fundamental de las relaciones duraderas. En lugar de intentar ganar una discusión, una pareja duradera se centra en la resolución consciente del conflicto.
Un estudio de 2022 publicado en Current Issues in Personality Psychology encontró que las parejas románticas que practican la atención plena en su relación, al no juzgar, estar presentes y no reaccionar en los conflictos, tienen más probabilidades de estar satisfechas y experimentar cercanía en su relación.
Los investigadores destacan cómo fomentar el diálogo para resolver conflictos, valorar la apertura mutua y considerar todas las posibilidades para aliviar la tensión es un enfoque útil para la resolución de conflictos.
Las estrategias inútiles incluyen intensificar el conflicto al adoptar comportamientos negativos, como el uso de críticas o agresiones verbales, o de manera más pasiva, al ignorar a la pareja y pasar menos tiempo juntos. Esto sólo exacerba la tensión y daña la relación.
Cultivar una relación duradera requiere un compromiso profundo y duradero con el bienestar propio y de la pareja. La verdadera resiliencia en una relación se encuentra a través del fomento continuo de la confianza, el respeto y la individualidad. Al aceptar la inevitabilidad del cambio y ver los desafíos como oportunidades para una conexión más profunda, las parejas pueden evolucionar juntas y construir una base que resista la prueba del tiempo.