La felicidad es un concepto sencillo y a la vez muy complicado. Todos hemos podido experimentar momentos de felicidad igual que tenemos momentos de tristeza. La búsqueda de la felicidad es un objetivo universal y, especialmente en las últimas décadas, los avances en neurociencia han intentado desentrañar qué nos hace felices.
Los neurólogos no han conseguido explicar plenamente todos los mecanismos que ocurren en nuestro cerebro y que nos llevan a la felicidad. Seguramente, ya sabes que hay una serie de hormonas que segregamos, como la oxitocina, y que nuestro cerebro interpreta como una sensación placentera de plenitud y bienestar.
QUÉ HACE QUE NOS SINTAMOS FELICES
Las emociones positivas son conceptos que implican tanto a los neurólogos como a los psiquiatras y psicólogos. Nuestro cerebro sigue siendo misterioso y aunque los especialistas vean y analicen sus reacciones en los momentos de felicidad, no es fácil reproducir el resultado como si fuera una operación matemática.
El camino más prometedor es que el cerebro es muy adaptable. Se reconfigura constantemente. Las experiencias pueden remodelarlo. Aparecen nuevas conexiones neuronales, algunas positivas y otras que refuerzan aspectos negativos. Los neurocientíficos centran sus esfuerzos en cómo podemos aprovechar esta plasticidad del cerebro para que cada vez tengamos más emociones positivas y reducir en lo posible las negativas.
A fin de cuentas, un cerebro feliz es la base de una buena salud. Eso sí está plenamente demostrado. Cada nuevo estudio que se ha hecho al respecto ratifica que los niveles de bienestar y felicidad se relacionan con un menor riesgo de enfermedades, en especial cardiovasculares, estados inflamatorios y envejecimiento celular.
¿Dónde radica la felicidad? Los neurólogos apuntan hacia una región situada en el centro del cerebro y llamada estriado ventral. Allí parece estar el secreto. Una investigación descubrió que las personas con mayor actividad en el estriado ventral mostraban también niveles más altos de bienestar psicológico y niveles más bajos de cortisol, la hormona del estrés.
QUÉ HACER PARA SER MÁS FELIZ
Después de analizar a numerosas personas que se autocalificaban como mayoritariamente felices, el doctor Richard Davidson, un neurólogo de la Universidad de Wisconsin-Madison, sostiene que la felicidad es una habilidad que se puede aprender y mejorar con la práctica, algo en lo que coincide con numerosos colegas.
El doctor Davidson da tres claves generales para mejorar la felicidad, sobre las que pivotan todo el resto:
- Sé agradecido. Cuanto más practiques la gratitud con aquellos que te tratan bien, más feliz te sentirás. Si cada noche apuntas algo por lo que estás agradecido, por ejemplo, lo bien que te lo has pasado viendo una película, aumenta el bienestar emocional.
- Conecta socialmente. Pasar más tiempo con seres queridos, sean amigos o familiares, interactuando, aumenta los niveles de felicidad.
- Medita. El neurólogo apunta que la meditación puede cambiar la estructura y función del cerebro. Las personas que meditan de manera regular tienen más actividad en la corteza prefrontal, otra de las zonas del cerebro asociadas con las emociones positivas.
LAS CLAVES PARA SEGREGAR HORMONAS DE BIENESTAR
Otro de los elementos que proponen los neurólogos es que intentemos aumentar las hormonas de la felicidad. Hemos mencionado la oxitocina y hay más. También hay estudios que han descubierto cómo podemos ayudar a segregarlas. Estas son algunas de las opciones:
- Abraza. De entre las múltiples maneras de segregar oxitocina, abrazar o tener sexo son algunas de las más eficaces. Si no tienes pareja ni nadie a quien abrazar, también puedes conseguir oxitocina acariciando a una mascota.
- Haz deporte. El ejercicio aeróbico, como jugar a un deporte o correr provoca endorfinas, fuente de placer. También las provocan las carcajadas o tomar chocolate negro.
- Practica una afición. Leer, escuchar música o lograr completar un puzzle son logros que disparan la dopamina, otra de las hormonas que nos crean bienestar. Tu comida preferida también la produce, aunque de una manera más efímera y menos recomendable.
- Disfruta de la naturaleza. Exponerse a los rayos del sol un ratito o pasear por el campo segregarán serotonina que es otra fuente de bienestar.
NO QUIERAS SER FELIZ SIEMPRE
La otra gran lección que nos dejan los neurocientíficos es que la felicidad, como cualquier otra emoción, es pasajera. Ha de serlo para poder disfrutarla al máximo cuando llega.
De todo llegamos a cansarnos. Puede que te suene ahora extraño, pero incluso de la vida nos podemos cansar. Si preguntas a los ancianos, gente centenaria que ya ha cumplido todos sus sueños y que ve cómo desaparecen todos sus amigos, es posible que muchos te digan que ya no necesitan vivir más.
Con la felicidad ocurre igual. Si estamos en permanente estado de felicidad acabamos por no diferenciarla. No es deseable. Lo deseable es una felicidad frecuente.
Lo que ocurre es que aspiramos a esa felicidad y hemos acabado tergiversando un estado temporal con un deseo de permanencia. Decimos que queremos ser felices, que somos felices. Sin embargo, fíjate que no decimos que somos tristes, sino que estamos tristes.
Contentos, felices son estados emocionales. Estamos contentos, estamos felices. Y lo dejaremos de estar para volver a redescubrir esta emoción más adelante y volver a disfrutarla plenamente.