La situación en la que estamos es producto de cómo al país se lo comió la corrupción, generando un caos gigantesco y un sufrimiento profundo en los más vulnerables
En el 2010 mi esposa y yo veíamos un declive inminente del entorno venezolano y decidimos emigrar en mayo del 2011 hacia Alemania. Comenzábamos así una impredecible aventura, a costos y riesgos elevados a simple vista.
Luego de medio año de pseudo adaptación, empecé a trabajar en una empresa familiar, pero no alemana, sino italiana. Se trataba de una empresa de software que necesitaba incursionar en el mercado alemán. Pero teniendo al gigante SAP en la puerta, me sentí rápidamente como vendedor de arroz tailandés en China o de pasta Ronco en Italia. La suerte duró poco y en 3 años se acabó todo. Nunca me había ido tan mal laboralmente. Comenzaba así el descenso al “infierno”, pero al menos unas conclusiones saqué de tan amarga experiencia y cómo dice C.Jung: Para que un árbol alcance el cielo, tiene que tener sus raíces ancladas en el infierno.
Durante un año lo intenté todo, pero todas las respuestas eran NO. Con esto la relación marital decayó. Sin embargo, en esos momentos puedes ver con claridad quien está a tu lado. Fue muy decepcionante y doloroso, pero revelador. Así que llegó el momento en que estaba solo, sin trabajo, sin esposa, sin familia, sin amigos alrededor y con unos ahorros cayendo más rápido que el valor del bolívar. Sentía como si de pronto me quitaran el piso. Pero con la crisis vino la transformación, y me di cuenta que tenía unos “activos culturales” útiles para la supervivencia: Optimismo por default, alegría de a toque, humor a pesar de todo, ganas de salir adelante y ganas de conectar con la gente.
Aunque estaba dispuesto a trabajar en lo que sea, decidí buscar algo acorde a mis capacidades para así combatir la frustración frontalmente. Conseguí trabajar con una empresa inglesa (a comisión) porque localmente no se abría ninguna puerta. Fue muy duro, pero había salido del infierno y hoy en día, tras otros cambios muy duros, logré re-equilibrarme. Importante al final es, detectar las herramientas para superar las crisis.
Bestias sociales
Culturalmente hablando, no hay nada más diferente que un venezolano y un alemán, pero en el fondo tenemos la misma base de valores judeo-cristianos. Por esta razón es que la integración de otras culturas con otros sistemas de valores es tan difícil y escasamente exitosa. Al menos contaba con esa base, pero paredes y techo, tenía que construirlos. Pero me di cuenta de que contaba con algo más; si los seres humanos somos animales sociales, los venezolanos somos bestias sociales. Creo es el fruto de nuestra cercanía con la cultura española, mucho sol, música y baile. Con este regalo cultural fui avanzando y conectando con la gente. Trabajé como voluntario en la asociación deportiva donde mi hija practica atletismo y jugué voleibol con una cuerda de retirados. Esto último fue divertido e interesante porque conocí más facetas del gentilicio típico alemán y esto me ayudó a ver a la cultura de forma más holística, usando como estrategia el ver primero la parte positiva de las personas. Esto me ayudó a integrarme más y más rápido. A fin de cuentas, sino te adaptas o reinventas, mueres de una u otra forma.
Así comencé un proceso de fusión de lo mejor de ambas culturas y esto me permitió contar con una caja de herramientas que uso a diario de acuerdo a la utilidad de cada momento. Esto me proporciona una gran riqueza interior y versatilidad que sigue desarrollándose de, pero lo mejor de todo es, que esto me alejó de esos rincones oscuros donde solo hay resentimiento y frustración.
En mi continua observación de la sociedad en la que vivo, me llama mucho la atención los valores subyacentes que determinan ciertos comportamientos que van desde el individuo hasta su reflejo insoslayable en la colectividad.
Entre esos valores, diferentes a los típicos, que noté los siguientes:
a) Respeto y consideración hacia los demás: Los alemanes no escuchan música a toda mecha porque saben que perturba a los demás. Si en playa Pantaleta hubiesen sólo alemanes, no escucharías a todo volumen y al mismo tiempo a Nirvana, Daddy Yankee y Maluma. Eso es ser muy civilizado porque consideran a los demás en primer lugar.
b) Pueden ser muy generosos y solidarios si te acercas a ellos con un interés auténtico y bien intencionado. Yo viví dos meses con una familia cuando me mudé a Friburgo y me conocían muy poco, pero querían ayudarme y son hoy en día muy buenos amigos.
c) Trabajan muy duro y por eso son básicamente una nación rica, pero además lo hacen de forma ordenada y muy estructurada.
d) Mentalidad de equipo y de “Fair Play”. Esto hace a las empresas, puestos de trabajo y equipos deportivos prósperos, exitosos y estables.
Sin embargo hay una cualidad que a todo venezolano debería importar:
e) MUY baja predisposición a la corrupción. Esto no es sólo producto de una buena educación, eso sería muy reduccionista, sino porque tienen un sentido profundo de “lo que es correcto e incorrecto”. Saben que lo contrario conduce a la corrupción y al caos y los alemanes ODIAN el caos, por eso reaccionan inmediatamente para combatirlo.
Esto último lo puedo ilustrar bien con dos ejemplos que viví de cerca. Un domingo cualquiera, en un festival donde la buena cerveza y los mil tipos de salchichas abundan, fui a comprar un par de esos ejemplares. Luego de pagar, me fui y me perdí entre la multitud. Pues resulta que el tipo de las salchichas me persiguió hasta donde yo estaba (no fue fácil) y me devolvió 50 centavos porque me había dado una salchicha más barata. Sólo espero haya dejado a alguien dándole vuelta a las salchichas mientras me buscaba. Eso por supuesto me impresionó. Luego y porque estaba en todos los periódicos, vi como destrozaban la vida del ex presidente Christian Wulff por haber aceptado un crédito hipotecario a una tasa más baja en un caso típico de tráfico de influencias, esto sin que se haya robado un solo centavo. Por esto, lo destrozaron políticamente y personalmente. En resumen es una sociedad muy poco corrupta. En contraste, la sociedad venezolana es profundamente corrupta. De hecho, la situación en la que estamos es producto de cómo al país se lo comió la corrupción, generando un caos gigantesco y un sufrimiento profundo en los más vulnerables. Al decir esto, espero que tengamos la capacidad de reflexión para concluir que la corrupción nos llevó a donde estamos, y mientras seamos tolerantes con ella, no saldremos adelante. Así de simple.
Un principio básico
Para darle más soporte a lo que digo, cito el trabajo de David.S.Landes (La Riqueza y Pobreza de las naciones). En este libro se concluye que las sociedades desarrolladas se rigen por un principio básico: “El único recurso natural es la confianza interpersonal”. De esto se desprenden dos aspectos fundamentales:
1. La honestidad es la base de la riqueza.
2. Cómo consecuencia, la economía fluye y crece en base a dicha honestidad.
Si esto es así, lo contrario también es válido:
1. La corrupción es la base de la pobreza.
2. La economía se estanca en proporción directa a los niveles de corrupción. David.S.Landes menciona a Japón que sin prácticamente recursos naturales es una sociedad rica porque la confianza interpersonal está dada por sentada en las relaciones comerciales.
Por el contrario, nosotros tenemos las reservas de petróleo más grandes del mundo pero al mismo tiempo somos muy pobres.
¿Qué habría que hacer? Rehacer al país desde cero. Diseñar un sistema político-económico-judicial que se sea intolerante con la corrupción a través de reglas, procedimientos y controles estrictos, esto aunado a una educación moderna que modele a un individuo respetuoso y responsable con los demás y el ambiente.
Si hacemos esto, la política no será una vía expresa para robarse un botín a través de un puesto público. Como consecuencia y de forma natural, la política atraerá a la gente con vocación de servicio (y no de enriquecimiento). Sólo así comenzaremos a mejorar como país, como sociedad respetable y con calidad de vida y oportunidad para todos.
Escrito por César Badell y publicado en El Universal