1. Crees en ti mismo
Sabes cuáles son tus capacidades, tienes ánimos y disposición para aprender porque no te intimida el fracaso. Conoces tus defectos, reconoces tus errores y sacas provecho a tus habilidades. En lugar de frustrarte, intentas siempre mejorar.
2. No temes probar cosas nuevas
Errar es de humanos y lo sabes muy bien. Todos nos equivocamos, lo difícil es aprender de ello, pero tú lo haces y los demás lo ven. No sientes miedo a probar cosas nuevas y mantienes una mente abierta, siempre dispuesto a tomar en cuenta nuevas formas de hacer las cosas.
3. Sabes escuchar a los demás
El estar bien contigo mismo te permite apoyar a otros. Tus buenas vibras y ánimos ayudan a otras personas a equilibrarse, resolver problemas y ver siempre el mundo desde la oportunidad. ¡Seguramente tus amigos te dan las gracias muy seguido!
4. Te aceptas tal y como eres
Has aprendido a ser, no quien eres por accidente, sino quien realmente quieres ser. Sabes que el éxito y el fracaso son relativos, que nadie tiene derecho a juzgarte y que solo tú sabes lo que ocurre en tu interior, por ende, nadie tiene poder sobre tus pensamientos o decisiones más que tú mismo.
5. No te afectan las críticas
No te preocupa lo que las personas piensen de ti, sino lo que tú piensas de ti mismo. Sabes que ser agradable para todo el mundo es imposible, así que haces lo que te gusta y lo que te hace sentir cómodo sin importar el que dirán.
6. Sabes lo que te hace feliz
No compares tu vida con la de otros, solo buscas tu propia felicidad. Sabes cuáles actividades te agradan y cuáles no, por ello, no te importa negarte a hacer algo que no te gusta, al contrario:
te preguntas constantemente cómo hace la gente para tener un empleo que detesta o resignarse a vivir en condiciones que podrían cambiar.
7. Tienes tiempo (o lo creas) para hacer lo que te gusta
Al estar enfocado en ti mismo y poner tu felicidad por encima de todo, estás siempre dispuesto a sacar tiempo para ti y las actividades que te gustan. Esto no significa que no tengas responsabilidades, pero te rehúsas a convertirte en un amargado que no disfruta lo suficiente de la vida.
8. Eres una persona positiva
Ser positivo no significa que vivas en la estratosfera, de hecho, eres una persona realista tanto con las situaciones buenas como con las malas, pero has aprendido a aceptar las adversidades como oportunidades que pueden dejarte una riqueza incalculable, incluso más que las buenas noticias.