Una de mis películas favoritas, es sin duda, «la Vida es Bella». Dirigida por Roberto Benigni, quién además la escribió y protagonizó, fue estrenada en el año 1997, con una mezcla de drama con humor y optimismo, que la ha llevado a los más altos sitiales en el mundo del 7mo arte.
«La Vida es Bella» ganó tres (3) premios Oscar: Mejor Actor, Mejor Película Extranjera, y Mejor Banda Sonora.
A pesar de todos los bellos mensajes que se presentan en la cinta, quiero hacer referencia al mensaje particular, cuando Guido Orefice es internado con su esposa e hijo en un Campo de Concentración alemán, durante la Segunda Guerra Mundial.
Al entrar, las mujeres son separadas de los hombres, y queda Guido con su hijo Giosué. Desde ese momento Guido le va filtrando la información a su hijo, haciéndole ver que todo es un juego,
Se ofrece para traducir las instrucciones de los guardias alemanes, y todo lo transmite como si fueran las reglas de un juego de supervivencia, donde el premio final al alcanzar los 1000 puntos, es un tanque de guerra.
En los meses que vivió Giosué en el campo de concentración, no fue tocado por la desesperanza, desasosiego, tristeza ni miedo. Guido se encargó de transformar para su hijo ese ambiente hostil y desesperanzador, en un ambiente positivo y alentador. Todo con mucho amor y mucha imaginación.
En la vida real se pueden ver muchos ejemplos de ello. Padres que atraviesan por crisis económica o de pareja, donde los hijos ni se enteran.
Ahora bien, ¿hasta dónde es bueno esconder la realidad de lo que realmente ocurre a los hijos? ¿Hasta dónde esconder la realidad a los amigos y familiares?
Pienso que si es algo temporal, se podría hacer. Quizás Giosué de conocer la realidad hubiese crecido triste y pesimista, pero gracias a Guido creció viendo que «la Vida es Bella».
Esconder un pleito conyugal a los hijos, que luego es superado, le ahorraría preocupaciones y traumas a todos.
Pero lo que si no estoy de acuerdo, es con esconderlo a todos y para toda la vida. A la larga hay mentiras que no se pueden esconder para siempre, y que traerán peores consecuencias al ser descubiertas.
La película termina con la voz de Giosué, ya adulto, diciendo:
Esta es mi historia. Ese es el sacrificio que hizo mi padre. Aquel fue el regalo que tenía para mí.