Por Luis R Castellanos
Quitarse el sombrero
Se escucha mucho la expresión de «quitarse el sombrero«. «Me quito el sombrero ante tu inteligencia/belleza/virtud/valor/etc.» Existe la costumbre de quitarse el sombrero al entrar a una iglesia, o al saludar a una dama o a un personaje importante, y para comer.
Realmente eso viene de la época en la cual los caballeros medievales usaban armadura y casco. Al presentarse ante su rey o señor, se quitaban el casco para que pudiesen ser reconocidos. De igual manera, al saludar a una bella dama, el caballero debía hacerle ver a la dama quién la saludaba, o quién era el valiente «salvador».
Al entrar a una iglesia se descubrían la cabeza, al sentirse seguros. Y por supuesto, para comer debían quitarse el casco y poder ingerir los alimentos y bebidas.
Con el tiempo, esas costumbres se siguieron haciendo, pero con el sombrero, cuando se dejó de usar la armadura. Hoy en día es una muestra de respeto, para los demás, de las personas que aún usan sombrero o gorra.
Estrechar la mano derecha
Los caballeros medievales normalmente eran diestros (mayormente usaban la mano derecha), y en la mano derecha esgrimían la espada.
El estrechar la mano derecha a otra persona se convirtió en un acto de respeto, confianza, y sobre todo honor, ya que para poder hacerlo, el caballero debía soltar y envainar su espada, y ofrecer su mano fuerte a la otra persona en señal de saludo o para sellar algún compromiso.
Es de hacer notar que el saludo con la mano derecha era sólo entre caballeros o iguales, es decir, en situaciones en las que ambas personas debían soltar sus espadas.
Hoy en día, el saludo con la mano derecha aún se usa para sellar algún compromiso o promesa, o saludar.
Los Boy Scouts tienen la costumbre de saludarse entre ellos con la mano izquierda, por ser ésta la «mano del corazón», de acuerdo a lo instituido por Baden Powell.
Palmada en el hombro
En el párrafo anterior se dijo que el estrechar manos se hacía entre iguales o pares. Cuando el caballero medieval saludaba a alguien de menor rango o categoría, digamos algún escudero, comerciante o campesino, simplemente le ponía la mano en el hombro.
No tenía la necesidad de envainar su espada, o de temer por su vida.
Hoy en día, la palmada en el hombro es usado normalmente por un padre con su hijo, un entrenador con un jugador, o un jefe con su empleado.
Dar un espaldarazo
Inicialmente, para poder ser nombrado caballero, el candidato debía ser parte de la nobleza. Con el correr del tiempo, se dieron cuenta que habían candidatos que no eran nobles y que tenían aptitud y actitud para ser caballero. Entonces se estableció que el candidato podría buscar un patrocinador, que en el momento de ser nombrado caballero debía darle al candidato una fuerte palmada en el hombro, indicando que daba fe de las virtudes del candidato al darle un «espaldarazo».