Por Manuel Gómez Sabogal
Hace unos años, en la Universidad del Quindío se efectuaba el “Almuerzo de la confraternidad”. Cada programa u oficina tenía su almuerzo en la semana de la institución. Recuerdo que se hizo más de seis veces, es decir, durante seis años, dando magníficos resultados, pues en algunas dependencias, además de ser compañeros de trabajo, podrían ser amigos.
En la EAM, se realizó el 12 de octubre del año 2014. Un almuerzo bautizado como “de la confraternidad”. Era una copia buena de algo interesante que se realizaba en la Universidad del Quindío. Y dio resultado.
El almuerzo de la confraternidad es para estrechar más los lazos que unen la comunidad. Que estudiantes, docentes, directores, cada uno en su programa académico empiece a integrarse, si no lo ha hecho hasta hoy.
Que el personal administrativo y los directivos se conozcan más. Que sea un almuerzo que una y que sirva para complementar y para conocerse un poco más.
Sabemos que se labora en una institución, pero poco se conoce de los demás. Son compañeros de trabajo, pero no se sabe mucho de cada uno. Lo simple, lo esencial, lo normal como para darse cuenta que vale la pena estar con él o ella como compañero.
El almuerzo de la confraternidad implica un poco de condimento en la vida diaria. El condimento de la amistad y el contagio de la alegría de los demás, de los que no se conocen y con quienes poco se comparte.
Podemos estar en una dependencia, ocupar un espacio, pero poco nos interesa relacionarnos. Eso no es bueno, cuando se habla de comunidad, una comunidad donde se habla de educación. Porque cuando se educa, se habla de formación integral. Pero no es únicamente para los estudiantes. No son ellos los únicos que se están educando.
Todos aprendemos cada día de los demás. Todos procuramos ser mejores, pero no independientemente.
Cuando nos hallamos en comunidad, debemos procurar que haya verdadera unión, para que el trabajo en equipo se efectúe y produzca verdaderos frutos.
El almuerzo de la confraternidad es para que encontremos a los demás. Para que los directores se relacionen con sus docentes y estudiantes. Para que directivos y personal administrativo compartan un rato en el cual se empiece a consolidar una verdadera comunidad.
El almuerzo de la confraternidad es para que sintamos que podemos ser mejores, conociendo un poco a aquellos con quienes compartimos mucho tiempo en el día, cada día.
La institución es nuestro segundo hogar y todos debemos lograr lo que tanto deseamos individualmente.
Compartamos en el almuerzo de la confraternidad y nuestros lemas empezarán a ser realidad.
Es una idea para colegios, universidades, empresas oficiales y privadas. Creo que vale la pena, una vez al año, intentar algo diferente para lograr un comienzo en las relaciones interpersonales.
En lugar de una fiesta con licor, un almuerzo de la confraternidad. Pequeña idea para grandes instituciones.