
Por Manuel Gómez Sabogal
Esta época está muy difícil, casi imposible para convivir en comunidad. Hay demasiada desconfianza, mucha intolerancia, violencia y casi nadie cree en los demás.
Una desconfianza que empieza desde arriba, desde el gobierno. Odios que se acrecientan gracias a que prima lo malo sobre lo bueno, la maldad sobre la bondad.
Pero hay fórmulas para cambiar desde los centros educativos. Pueden ser colegios o universidades.
Sucedía con frecuencia tanto en la Universidad del Quindío como en la EAM. Un almuerzo bautizado como “almuerzo de la confraternidad”. Se organizaba en la Universidad del Quindío y creo que pasaron 6 años hasta cuando ese “vicio” desapareció. Daba resultado. Unía a empleados, docentes y estudiantes. En la semana universitaria, se elegía un día especial para dicha actividad.
El almuerzo de la confraternidad era para estrechar más los lazos que unían la comunidad universitaria.
Que estudiantes, docentes, directores, cada uno en su programa académico empiece a integrarse si no lo ha hecho hasta hoy.
Que el personal administrativo y los directivos se conozcan más. Que sea un almuerzo que una y que sirva para complementar y para conocerse un poco más.
Sabemos que son muchos quienes laboran en las instituciones universitarias, pero poco conocen de los demás. Son compañeros de trabajo, pero no saben mucho de cada uno. Lo simple, lo esencial, lo normal como para darse cuenta que vale la pena estar con él o ella como compañero.
El almuerzo de la confraternidad implica un poco de condimento en la vida diaria. El condimento de la amistad y el contagio de la alegría de los demás, de los que no se conocen y con quienes poco comparten.
Se puede estar en una dependencia, ocupar un espacio, pero poco interesa relacionarse. Eso no es bueno, cuando se habla de comunidad, una comunidad donde se habla de educación. Porque cuando se educa, se habla de formación integral. Pero no es únicamente para los estudiantes. No son ellos los únicos que se están educando.
Todos aprendemos cada día de los demás. Todos procuramos ser mejores, pero no independientemente.
Cuando nos hallamos en comunidad, debemos procurar que haya verdadera unión, para que el trabajo en equipo se efectúe y produzca verdaderos frutos.
El almuerzo de la confraternidad es para que se encuentren a los demás. Para que los directores se relacionen con sus docentes y estudiantes. Para que directivos y personal administrativo compartan un rato en el cual se empiece a consolidar una verdadera comunidad.
El almuerzo de la confraternidad es para que sientan que pueden ser mejores, conociendo un poco a aquellos con quienes comparten mucho tiempo en el día, cada día.
Este es un segundo hogar y todos deben lograr lo que tanto desean individualmente.
Compartir en el almuerzo de la confraternidad y los lemas empezarán a ser realidad.
Si no un almuerzo, entonces, un algo, el algo de la alegría para compartir un chocolate con queso y pandebono.
Son ideas para que resurjan la camaradería, la amistad, el compañerismo. Que las fiestas universitarias tengan el ingrediente del almuerzo de la confraternidad o el algo de la alegría.
Una vez al año, no hace daño. Ojalá lo intentaran en las instituciones educativas para que renazcan muchos valores.