Después de unos días, sintiéndome un poco mejor, decido reiniciar mis notas, mis escritos para ver si estos vuelven a llegar a amigos, lectores y no me han olvidado.
Antes de mi operación a corazón abierto, tuve la oportunidad de compartir habitación en la clínica con un gran señor, una amable persona, pero antes que nada, al igual que yo, con problemas de corazón. Afortunadamente, no fueron los problemas los que nos pusieron a conversar. Fueron sus quehaceres, su vida, sus alegrías y el deporte los que llenaban esos espacios en los cuales estábamos solos y nuestra compañía no llegaba debido a los horarios de la clínica. En su pueblo natal fue jugador de fútbol y excelente delantero. Dejó de jugar por problemas en la rodilla, pero me contó algunas de sus anécdotas interesantes al respecto.
Llenábamos el álbum de nuestra charla con todo lo positivo que encontrábamos. Carlos Fernando, un hombre de campo con una familia increíble y maravillosa. Llegaban su esposa e hijos y también los involucrábamos en nuestras conversaciones. Reíamos de todo lo que sucedía. Con Carlos Fernando empecé a llenar un vaso de amistad que poco a poco se fortalece. Es de esas personas con quienes vale la pena charlar al calor de un café. Es de esas personas con las cuales uno quisiera seguir hablando y hablando sin detenerse.
Hay oportunidades que no se pueden desperdiciar y esa fue una de tantas. Cuando Carlos Fernando me dijo que tenía problemas de corazón, entonces le repliqué con – o sea, somos amigos de corazón. Le narré por las que había pasado y que esperaba que en esta ocasión todo se diese. Tuve momentos demasiado críticos y ya era mi confidente de cuarto. Cuando vinieron por mí para llevarme al quirófano, le pedí número de teléfono y los datos que pudiese darme, pues a partir de ese momento, éramos amigos de corazón y de verdad. Nos despedimos como buenos amigos y quedamos en seguir nuestras charlas, pues él quedaba pendiente y yo quería saber qué sucedería en su caso.
Después de mi operación. Como a los 8 días, volví a usar el celular, el cual no utilizaba del desde el 7 de enero, fecha en la cual me dio el infarto. Ya hoy, le han hecho el cateterismo y después de un mes, vuelve a sus labores. Cómo me
alegra
Sigo creyendo en las personas que nos encontramos en los lugares en los cuales no pensamos hacer amigos. Sin embargo, Dios nos trae personas que merecen más que un saludo. Encontré un amigo de corazón con quien espero volver a tener la oportunidad, algún día no muy lejano, de compartir momentos, recuerdos y lo referente a nuestra salud.
Manuel Gómez Sabogal
Bellísima vivencia, no cabe duda que Dios se vale de cualquier medio para ponernos en el camino tesoros maravillosos. MUCHA SALUD Y LARGA VIDA PARA LOS DOS
Así es, Gloria. Gracias por tu visita y comentario…