Por Manuel Gómez Sabogal
Definitivamente, el Facebook me ha servido para conocer mucha gente buena, interesante y agradable. Aracelly Zapata Vinasco, un día cualquiera en mayo de 2017, llegó a mi perfil y nos hicimos amigos “virtuales”. De esa fecha, hasta el 8 de noviembre de 2020, estuvimos “chateando”. El 14, falleció.
Se hizo mi amiga, porque le gustó una nota que escribí. Así mismo, unas imágenes que puse. Me empezó a escribir por Messenger. Yo le contestaba. Y así, se inició la amistad virtual que luego pasó al Whatsapp.
El tema que más le impactó fue el de mi ayuda a las personas trans y a las trabajadoras sexuales.
Me escribió: “Había conversado con mi hija ese tema de quienes están en ese sector de la sociedad, donde sólo se recibe el desprecio de todos los que miramos con indiferencia esos seres humanos que sólo cargan sobre sí sus luchas y tragedias. Cuando en ese ejercicio que usted hace de ponerse en los zapatos del otro, siempre tendremos una mirada compasiva, y en este caso se impondría: SOLIDARIA.
Y como seres humanos como bien usted lo dice en su escrito, no debemos perder por ellos el respeto ni atropellar su dignidad.
La pregunta del millón: ¿Qué podemos hacer como sociedad para cambiar este caos, que más que la pandemia, nos consume en la impotencia por querer un estado que garantice la igualdad?
Dar un aporte, un mercado es fácil. Y acalla la conciencia. La lucha sería la conciencia de no seguir eligiendo a los corruptos. Sólo la educación de calidad y para todos podría sacarnos del abismo”. Que Dios los bendiga por esta loable labor…. Cuente siempre conmigo…”. Así era ella.
Y me escribía: Un día una religiosa le preguntó a mi papá: “Dígame don Alfredo ¿a quién se quiere más, a un hijo o un nieto? Él respondió: “vea hermanita si tiro una moneda al aire para decidirle su pregunta, la moneda se me pierde».
Yo, le contestaba: Sabes, estimada Aracelly que, cuando necesites un amigo, siempre estaré ahí. Te deseo un día especial y lleno de alegrías y éxitos. Felicidades al calor de un café
Aracely Zapata Riosucio: “Cuando la constante de esta pandemia, ha sido el distanciamiento personal, recibir una oferta amiga tiene que llenarnos de inmenso regocijo. Mis sentidas ¡gracias! En estas tardes de confinamiento y como gesto de amistad le ofrezco un espacio para deleite de su oído y su visión. Bellas versiones, preciosas e impensadas imágenes. Espero las disfrute con la misma alegría que se las envío. La alegría en ocasiones se menoscaba por los agobios y sobresaltos que esta pandemia está ocasionando en personas por las que sentimos hondos afectos. Y me enviaba canciones e imágenes maravillosas
No eran charlas corrientes. Escribíamos de todo. Me contaba historias de Riosucio y el amor por la enseñanza, sus conferencias, su vida en el pueblo. Me hablaba de sus hijas y nietas… Era feliz.
Cuando falleció mi hermano, Aracelly me escribió:
“Para Ud… Un feliz fin de semana. Entiendo lo que se siente. En esta pandemia he visto ver de lejos la partida de 2 de mis entrañables. Con el agravante de sentir el duelo de manera extraña por los protocolos que deben observarse. Es un duelo que no puede procesarse como era nuestra cristiana costumbre, hay una celeridad que no da paso ni al abrazo, ni a los rezos, ni a las ofrendas, ni al acompañamiento Lo que genera más desolación”.
Mi voz solidaria y que Dios les llene de consuelo y esperanza.
Mi solidaridad cuando debemos aceptar la voluntad de Dios hincados de rodillas
Esos héroes de amor que deberían multiplicarse como el virus, paradójicamente están en vía de extinción. Y cuando parten para siempre dejan al lado del dolor, esa profunda huella de amor y humanidad que abriga nuestro frío y nos invitan a recordarlos con su risa y el vacío lo llenamos con esas presencias invisibles y tiernas cual si fueran ángeles protectores y llenos de bondad… y es ahí cuando el dolor se sublimiza y nos serena.
Siento y revivo en su duelo…mis duelos, por eso este abrazo es hoy, de total solidaridad y comprensión.
Cada minuto que respiramos es un milagro de vida… Y la vida que se conecta con la nuestra para regocijarla con sus gestos amigos y afectuosos nos complementa el espíritu fraterno.
Mi saludo cumpleañero al calor de esta amistad virtual que le desea lo mejor de lo mejor”.
Y estas frases quedaron impregnadas en mí. Fue lo último que me escribió, refiriéndose a mi cumpleaños, el 8 de noviembre. Luego, me extrañó tanto silencio, hasta cuando supe que había fallecido.
Un dolor más entre todos los que ha habido este extraño 2020.
Aracelly Zapata Vinasco, aunque no nos conocimos personalmente, tuvimos una gran amistad desde el 2017. Gracias. QEPD.