No hay nadie que no conozca a un venezolano o, por lo menos, que conozca a alguien que conoce a un venezolano.De todas maneras, le preguntaron en una ocasión a un reconocido sabio maestro: ¿Qué es un venezolano?
Su respuesta fue la siguiente:
¡Ah, los venezolanos… qué difícil pregunta! Los venezolanos están entre ustedes pero no son de ustedes.
Los venezolanos beben en la misma copa la alegría y la amargura.
Hacen música de su llanto y se ríen de la música.
Los venezolanos toman en serio los chistes y hacen chistes de lo serio.
No creen en nadie y creen en todo.
¡No se les ocurra discutir con ellos jamás!
Los venezolanos nacen con sabiduría.
No necesitan leer, ¡todo lo saben!
No necesitan viajar, ¡todo lo han visto! Los venezolanos son algo así como el pueblo escogido por ellos mismos.
Los venezolanos se caracterizan individualmente por su simpatía e inteligencia y, en grupos, por su gritería y apasionamiento. Cada uno de ellos lleva en sí la chispa de genios, y los genios no se llevan bien entre sí; de ahí que reunir a los venezolanos es fácil, pero unirlos es casi imposible.
No se les hable de lógica, pues eso implica razonamiento y mesura y los venezolanos son hiperbólicos y exagerados. Por ejemplo, si te invitan a un restaurante a comer, no te invitaron al mejor restaurante del pueblo, sino al mejor restaurante del mundo.
Cuando discuten, no dicen: “No estoy de acuerdo contigo” sino “¡Estás completamente equivocado!”
Tienen tendencias antropofágicas; así entonces “¡Se la comió!” es una expresión de admiración y “Comerse un cable” es señal de una situación crítica. Llamarle a alguien “pajúo” es un insulto lacerante.
El venezolano ama tanto la contradicción, que llama monstruos a las mujeres hermosas y bárbaros a los eruditos.
Si te aqueja alguna situación de salud, te advierten: “¡Vale, debiste hablar conmigo para llevarte donde un pana mío médico que es un tiro al piso!”
Los venezolanos ofrecen soluciones antes de saber el problema. Para ellos nunca hay problema.
No entienden por qué los demás no les entienden cuando sus ideas son tan sencillas, y no acaban de entender por qué la gente no quiere aprender a hablar español como ellos.
¡Ah, los venezolanos…! No podemos vivir mucho con ellos, pero es imposible vivir sin ellos.
Dedicado con cariño a los habitantes del mejor país del Mundo.
Autor desconocido, pero seguramente otro venezolano orgulloso