En mi época, en mi niñez, en mi juventud, no había cámaras, muros, vallas, mallas, “retratos hablados” y mucho más
Hoy, cada esquina en ciudades importantes y también pequeñas, encontramos cámaras de vigilancia. Y además, ya hasta en los almacenes, restaurantes, sitios de diversión, es decir, por donde pasemos o donde vayamos, hay cámaras.
El mundo moderno se volvió complicado, inseguro, lleno de victimarios y víctimas por doquier.
No es como antes, aunque vuelva a escribir la manida frase aquella de que “todo tiempo pasado fue mejor”. No. El pasado ya se fue y estamos en pleno siglo XXI donde seguirá de moda “Cambalache”.
Hace unos días miraba con tristeza que ya no podía ver el paisaje, pues a lado y lado la swinglia cubría todo. Nada había despejado. Protesté, pero alguien me dijo: “es por seguridad”.
Seguridad, palabra que se esta utilizando en el mundo actual y que no permite las libertades de antes. Los aeropuertos tienen unos módulos que revisan maletas, ropa, perros que detectan droga y vigilancia por cámaras.
Antes, los vecinos no ponían rejas en sus casas. Ahora, vemos rejas, muros, vallas, mallas. Es todo un encierro similar a una cárcel.
A dónde hemos llegado. Cuando se creía que avanzábamos, retrocedimos. Los pasos que habíamos dado pensando en el siglo XXI con nuevas tecnologías y diseños aerodinámicos para cambiar el mundo, se recogieron y nos regresamos. Época de miedo y terror. Momentos de angustia y vivencias negativas. Días de odio y rencor.
Antes, se leía y las bibliotecas permanecían llenas de estudiantes y personas dispuestas a buscar el libro adecuado para el descanso. Hasta en casas y apartamentos, la biblioteca era para aquellos ratones madrugadores a buscar un texto que les llamara la atención.
Hoy, el celular, el internet y el chatear por whatsapp dominan la vida de niños, jóvenes y adultos.
Es decir, las mallas, vallas, y muros se extendieron a las personas. Ya no se habla, conversa o dialoga. Ahora, prima la tecnología y todo se convirtió en algo robotizado.
Así estamos hoy. Nos vigilan en toda parte y nos enseñamos a vivir como robots en pleno siglo XXI.
Además, perdimos tantas cosas buenas que aprendimos. Éramos libres y nos encadenamos al computador, el celular y a la tecnología.
Compartir es una palabra que ha ido desapareciendo…
Manuel Gómez S