La rabieta (pataleta o berrinche) es un tema difícil de manejar para los padres. La mayoría de las veces la preocupación no es lo que le pasa al niño, lo que siente y provoca la pataleta, sino el juicio de los otros; por eso hoy queremos compartirte una serie de consejos para que tengas en cuenta a la hora de afrontarlas ya sea como padre, madre, tío, abuelo, hermano, amigo o allegado del pequeño; pues, lo que no sabemos muchas veces, es que del manejo que le demos, surgirán importantes efectos en la vida del pequeño.
Las rabietas no son situaciones en las que el niño manipula, simplemente son la manera que tiene de autoafirmarse, diferenciarse de los demás y, en ocasiones cuando no dispone de más recursos, para expresar su frustración. Se manifiestan con llantos, gritos, patadas o cuando se quedan “privados” como si les faltara el aire, situaciones que resultan preocupantes para los padres.
¿Qué hacer frente a la rabieta?
Podemos distraer al niño, ofrecerle alternativas, buscar soluciones creativas, proponer tratos o intervenir físicamente tratando de cambiar el equilibrio energético de la situación mediante un abrazo cariñoso, si al niño le apetece, o bien sentándonos o acostándonos en el suelo. Debemos darle libertad a nuestros hijos de expresarse obviamente dentro de lo sensato, ser flexibles, empáticos, comprenderlos, ponernos en su lugar y ser creativos.
Recuerda que una rabieta tiene más posibilidades de aparecer cuando una gran carga de frustración, a menudo acompañada de miedo o ansiedad, se empieza a crear dentro del niño hasta que este se llena de tal tensión que sólo la puede liberar con una explosión.
¿Cómo afrontar las rabietas?
Especialistas lo resumen en cinco puntos:
1. Comprender que el niño no pretende manipularnos
De esta forma seremos más flexibles con él y evitaremos muchos conflictos, él solamente pretende mostrarnos su identidad diferenciada.
2. Dejar que pueda hacer aquello que quiere, dentro de lo razonable
Casi nunca solicitan cosas imposibles, podemos ser flexibles, dejarles ver que estamos atendiendo su solicitud y que si les dedicamos tiempo podemos negociar. Lo importante es identificar cuándo no ceder, y esto, se resume a cuando la petición no es razonable.
3. Evitar las tentaciones
Intente evitar esos momentos (no se lo lleve de compras a una juguetería o cuando vaya a pagar en el supermercado intente buscar una caja que no tenga exposición de juguetes ni dulces) o pacte con él una solución.
4. No juzgar a los niños
Su comportamiento no es algo personal contra sus padres o allegados. Podemos expresar nuestra disconformidad, pero no atacando la personalidad del niño o valorando negativamente su conducta.
5. Saber que las rabietas se pasan con la edad
Esto se da cuando el niño adquiere un lenguaje que le permite explicarse ya no a través del llanto y las pataletas. También llega un día en que sabe lo que “es” y “quiere” y lo pide sin llevar la contraria. Si no hemos impedido sus manifestaciones autónomas y de autoafirmación, tendremos un niño autónomo que sabe pedir adecuadamente lo que quiere porque ha aprendido que no le hace falta pedirlo de forma inadecuada si su petición es razonable.