Por Manuel Gómez Sabogal
En estos días, mi hija ha estado en casa. Ella, quien reside fuera del país, vino desde el 17 de diciembre. Y mi hijo decidió venir a acompañarnos para celebrar el cumpleaños de Paula Andrea, antes de un nuevo viaje ofrecido por Pascal como regalo.
Fue así como aprovechando que los dos estaban en casa, tuvimos reunión, promovida por la hija.
Nos sentamos y ella empezó a hablar acerca de la familia, su hogar y sus soluciones en caso de disgustos con su pareja. Manuel Alejandro hizo lo mismo. Es decir, los dos se desnudaron e hicieron lo mismo con nosotros. Ambos se detuvieron en los puntos negativos para corregir.
Fue una reunión demasiado agradable. Como si fueran dos sicólogos descubriendo males, problemas y situaciones a remediar.
En mi caso, mis hijos son mi mejor regalo y esa charla fue muy especial. Fue como una confesión con dos personas grandes y llenas de experiencias. Fue lo mejor de todo este tiempo de vacaciones de mi hija.
¿Quién lo iba a creer? Ella, gracias al amor, palabra que nunca ha dejado de lado y gracias a Dios que siempre la ha acompañado por donde va. Su éxito no ha sido en vano. Es trabajadora, seria, responsable y antes que nada, puntual en todo sentido. Tiene un gran manejo de la vida.
Mi hijo está empezando una etapa que le está brindando lo mejor y su aprendizaje le ha servido demasiado. El matrimonio no es fácil, pero en estos primeros días, ha entendido qué importante es la comunicación y tanto él como Paula Andrea, juegan con esa palabra, pues la consideran muy importante en la vida de pareja y para entenderse como “un solo cuerpo”, como dice mi hijo.
Solo espero que lo que vivimos en esa conversación, sea algo que nos lleve a explorar más caminos de felicidad, alegría y éxito.
Cada vez, entiendo que son dos maravillosos seres humanos. Y les dije exactamente eso. La felicidad que sentía al conocer todo lo que analizaban y me hacían ver para que ellos estuvieran más tranquilos en sus nidos.
Al final de la charla, conferencia, conversación, nos levantamos y fue un abrazo de familia para sentir que uníamos cuerpo y alma. Paula Andrea hacía 16 años que no pasaba un día de cumpleaños con nosotros.
El despliegue de alegría fue grande. Los abrazos influyen mucho.
Un abrazo es el mejor regalo que un hijo puede dar. Es un regalo inigualable y lleno de afecto, amor y sinceridad. En esta época en la cual el afecto ha perdido su valor, vale la pena renovar momentos espontáneos y llenos de cariño. Momentos que lleguen al alma, porque harán felices a todos.
Mis hijos, son mi mejor regalo. Son las personas más importantes en mi vida. Aunque a veces yo no lo demuestre, aunque a veces mi comportamiento les parezca extraño, aunque me vean diferente. Aunque crean que soy huraño, aunque piensen que estoy enojado. Aunque crean que estoy amargado. A veces, cuando estoy cansado, ni les digo nada. Sin embargo, son ellos lo más preciado.
Mis hijos, son mi mejor regalo. Son un regalo maravilloso. Son los seres más bellos que existen. Dios los hizo perfectos. Son únicos. Son especiales. Los amo.
Mis hijos, son mi mejor regalo. No me importan las cosas, los elementos materiales. Con mis hijos tengo. No necesito nada más. Mis hijos significan todo para mí. Los miro, los contemplo, los beso, los abrazo, los acaricio. Los tengo ahí.
Mis hijos, son mi mejor regalo. Ellos le dan el más grande significado a mi vida. Aunque muchas veces no nos entendamos, aunque yo no los comprenda, aunque no me entiendan. Aunque crean que me conocen, así no sepan quién soy y cómo soy. Aunque crean que saben por qué me enojo, me entristezco, me arrincono. Aunque piensen que, al igual que muchas personas, me conocen. Ellos saben que soy un “Enamorado de la vida”. Ellos no saben que en mi interior tengo mucho amor y que los amo. Ellos son mi nexo con el mundo, mi inspiración para la vida, mi razón de vivir.
Aunque no vean mis tristezas o alegrías, aunque crean que no los quiero, ellos saben que esa canción “Enamorado de la vida”, me describe.
Mis hijos, son mi mejor regalo. Mis hijos, ellos son mi prioridad. Aunque no lo crean. Aunque no se note.
Ellos son los seres más importantes para mi. Son mi mejor regalo.
Y gracias a mi hija, hay una increíble nieta: Isabella, quien desde pequeña ha sido muy especial conmigo y yo, un loco enamorado de una nieta increíble.