Por Manuel Gómez Sabogal
Desde hace mucho rato, me impuse estar en cuarentena. No solamente por el virus coronado, sino porque he querido hacerlo, mientras me sigo recuperando. He hecho muchas cosas, entre ellas, leer. Y leer mucho más de lo presupuestado. Hasta recibí un libro de Penguin Ramdon House por estar en Twitter siguiendo Me gusta leer Colombia. Me enviaron “Maldito amor” del escritor Jorge Franco, el cual leí en un día.
Vale la pena continuar revisando Twitter y estar al día. También, tuve otra sorpresa y recibí “Caliwood”, libro de Gloria Chávez Vásquez.
Ambos libros muy buenos, interesantes y devorables. Leí “Líbranos del mal” de Alonso Sánchez Baute. Seguí buscando en mi biblioteca como ratón en alacena y encontré unos maravillosos ejemplares de Álvaro de Laiglesia, autor español del que volví a leer “Los que se fueron a la porra”, “Libertad de risa” y “Solo se mueren los tontos”. Repetí “El director” de David Jiménez y dos de Miguel Fernando Caro Gamboa: “Escribir no muerde” y “Entre el vértigo y la pluma”.
Sigo revisando para continuar con mis lecturas. Porque cada día me da más ánimo estar así. Además, los juegos de mesa también han hecho parte de esta cuarentena sin cuarentona. Parqués, cartas, dominó, scrabble, juegos que compartí con Fred Spencer, Carlos Arturo y mi hijo. Los dos primeros, ya viajaron de regreso a Canadá. Tuvimos diversión a granel.
A ratos, observé a mi hijo haciendo lo que más le gusta y en ello, estampó camisetas para Spencer y Carlos Arturo: “Powered by Colombian coffee” y «Catu Lito”, quienes se fueron felices luciendo sus estampados…
En esta cuarentena, también he continuado escribiendo mis notas light, he recordado momentos y continúo poniendo en el papel esos instantes que me hicieron y me hacen reír todavía. Recuerdos que van más allá de mi juventud, aunque no lo crean algunos. Todavía tengo memoria y la sigo utilizando. ¡Qué recuerdos!
Para completar, me he dedicado a organizar tanto mi biblioteca como mi discoteca. Los libros son primordiales en mi vida. Igualmente, la música tiene un gran espacio y por ello, he estado revisando dónde va cada libro y cada disco. Claro que primero lo primero: los libros.
El cine. Por supuesto. Aunque nunca he sido amigo de Netflix, en la noche he visto películas que no me había imaginado. Y sin querer, me he metido a algunas series que me han “engomado”, aunque nunca lo pensé.
Pero en YouTube también he encontrado canciones y películas y me repetí una de esas que vi cuando tenía como 12 años: “El pequeño ruiseñor” con Joselito. ¡Qué increíble! Conseguí también “El niño y el toro”.
Nada malo tiene esta cuarentena si le ponemos todos paciencia, fe y esperanza. Prevenir es curar y espero que este encierro nos deje muy buenas enseñanzas. Aunque sigo leyendo en Twitter y Facebook mensajes llenos de odio y rencor. ¿Será que no hay aprendizaje? Es muy triste que mientras ocurre algo tan grave como esta pandemia, haya todavía quiénes tengan el alma llena de malquerencia y se expresen con sentimientos que no deben ser.
Por ahora, tengo claro que este virus es un mensaje de los otros más que habrá para ver si entendemos que todo está revolcado y muy patas arriba. Si no lo entiendes, ya lo verás, pronto. Creo en Dios y tengo mucha fe.