Vía Harvard Business Review
Donde quiera que viva o trabaje, el estrés es un fenómeno que está aumentando. Según la Organización Internacional del Trabajo, tanto en los países desarrollados como en los que están en vías de desarrollo los trabajadores se enfrentan a una presión cada vez mayor en el trabajo. La invasión de factores crecientes del estrés incluye los desafíos globales, como el cambio climático, el terrorismo y la agitación política, así como los retos personales y profesionales, como enfermedades, cambios laborales y reestructuración organizacional.
Para muchos de nosotros, la respuesta inicial al estrés consiste en buscar soluciones externas. Nos dirigimos a herramientas de productividad o a aplicaciones que prometen ayudarnos a manejar esas tensiones o buscamos maneras de aliviar nuestro malestar: encontrar un trabajo diferente, contratar a un nuevo empleado para asumir una mayor carga de trabajo o cambiar de carrera. Pero estas medidas a menudo son temporales e ineficaces. Controlar el estrés a largo plazo requiere cultivar las habilidades de resiliencia, antes de buscar remedios externos, para convertir los cambios, las tensiones y los desafíos en oportunidades. Estas capacidades incluyen la flexibilidad, una relación saludable con el control, un aprendizaje continuo, el sentido de propósito y saber cómo aprovechar la ayuda y los recursos adecuados.
Para comenzar a cambiar la forma en la que manejamos el estrés y desarrollamos la destreza de recuperación, existen muchas cosas que podemos hacer ahora mismo.
1. Reformular lo que pensamos sobre el estrés
La manera en la que percibimos el estrés puede ser muy importante para tratarlo, tanto como la cantidad de estrés que experimentamos. Unos investigadores de la Universidad de Buffalo (EE.UU.) descubrieron que los factores del estrés, grandes y pequeños, nos ayudan a desarrollar las habilidades para enfrentarnos a otras circunstancias agobiantes o estresantes en el futuro. Un estudio de Harvard de 2013también reveló que cuando los investigadores les dijeron a los participantes que los síntomas fisiológicos del estrés los preparaban para sobrellevarlos, consiguieron reducir su ansiedad y se volvieron más seguros en situaciones difíciles, pensando que su respuesta al estrés era útil. Como resultado, sus corazones y vasos sanguíneos actuaron de la misma manera que en momentos de intensa felicidad.
Cambie su enfoque y, en lugar de intentar eliminar las presiones cotidianas, trate de modificar su percepción de ellas. Podría preguntarse: «¿Cómo usaré esta energía creada al estresarme por este nuevo trabajo para prepararme mejor?» o «¿Qué puedo aprender del estrés debido a mi carga de trabajo en aumento para que me ayudará a priorizar mejor mi tiempo?»
Cuando se sienta agobiado o con ansiedad, haga una pausa para analizar cómo su planteamiento predeterminado influye en su percepción del estrés. ¿Qué le dicen sus familiares, amigos y colegas sobre cómo debe pensar acerca de las circunstancias estresantes? Intente recordar una situación estresante anterior y pregúntese: «¿Pensaba que tenía los recursos internos y externos para enfrentarme al desafío en ese momento? ¿Qué podría hacer de forma diferente ahora sabiendo lo que aprendí de esa situación?»
Dicho esto, es posible tener demasiado estrés. Preste atención a las primeras señales de advertencia de que podría estar quemándose ya sea un dolor de espalda, de cabeza, noches sin dormir, mal temperamento o más dependencia de «hábitos reconfortantes» como beber alcohol o comer en exceso. Familiarícese con sus propios signos de socorro y tome nota cuando los síntomas ocasionales se vuelven más frecuentes.
2. Crear una relación saludable con el control
Resulta esencial nuestra capacidad de distinguir entre lo que podemos controlar y lo que no. Cuando se sienta desbordado, es fácil asumir que no puede cambiar la situación. Una investigación de la Universidad de Capetown y el programa de MBA de Ashridge en el Reino Unido revelaron que los estudiantes de negocios que creen que su éxito es principalmente su responsabilidad tienden a apropiarse demasiado de los acontecimientos en el mundo externo y, al hacerlo, se estresan de forma significativa.
Existen cosas que siempre estarán fuera de nuestro control: el comportamiento de otras personas, el clima, la crisis financiera o simplemente pasar por un mal momento. Pregúntese: «¿Estoy lo suficientemente cerca de las causas que provocan el estrés y de la toma de decisiones en estas circunstancias? ¿Tengo las habilidades, la información, los recursos o las relaciones que me permiten cambiar algo o influir en esta situación?». Anote, mentalmente o por escrito, lo que depende de usted y lo que no.
Para lo que no puede controlar, tenga en cuenta que usted sí tiene la capacidad de elegir cómo interpretarlo o bordearlo.
3. Comprender las principales causas
Tómese el tiempo necesario para reflexionar sobre su entorno personal y sobre el contexto empresarial y global más amplio para comprender mejor las principales causas y las posibles formas de aliviar y evitar el estrés en el futuro. Por ejemplo, ¿creció en una familia o cultura donde se evitaba el desacuerdo o el conflicto? Si resulta que sí, probablemente eso empeore su malestar y el estrés cuando surjan situaciones de confrontación. Tenga en cuenta sus hábitos y sus respuestas instintivas y, si es posible, busque ayuda adicional para desarrollar las habilidades de resolver los conflictos más cómodamente.
Gran parte de lo que ocurre a nivel mundial, ya sea del sector económico, político, social o ambiental, también influye en nuestras perspectivas. Pregúntese: «¿Estaremos mi equipo y yo o mi negocio bajo presión por una tendencia mayor que también afecta a otros en mi industria o en mi alrededor? Si es así, ¿debo / debemos adaptar nuestros planes y las expectativas? ¿Existen otros con buenos ejemplos de lo que funciona en este nuevo contexto o de cómo convertirlo en una oportunidad? «
4. Enlazar el aprendizaje con la acción
Podemos tomar la decisión de ver las circunstancias difíciles como oportunidades de aprendizaje y no como un momento para encerrarnos. Si nos preguntamos «¿Qué puedo aprender de esto?» en lugar de «¿Por qué a mí?» configuraríamos el desafío a nuestro favor.
Comience por anotar tres posibles maneras en las que sería capaz de aprender algo del estrés que experimenta. Podría ser algo relacionado con la identificación o gestión de sus emociones, o nuevas habilidades interpersonales o técnicas. Reflexionar de esta manera le ayudará a evitar las soluciones u «opciones» que aliviarían temporalmente su malestar pero que no abordarían las causas principales.
Solo el análisis no resulta suficiente. Los investigadores señalan que el hecho de analizar sin actuar conduce a la rumia y a la ansiedad. Si identificamos las medidas que podríamos tomar, seremos capaces de experimentar con soluciones y con nuevos comportamientos y descubriríamos modos productivos de manejar los retos y el estrés.
Tomando decisiones conscientes que nos ayuden a desarrollar estas habilidades, estaremos mejor preparados para convertir nuestro estrés y desafíos en oportunidades. Con una capacidad de recuperación interna más sólida, seremos proactivos y seguros cuando usamos la tecnología y otras herramientas externas para mejorar la calidad de nuestras vidas y de nuestro trabajo, y encontraremos soluciones a las presiones comerciales, sociales y globales a las que nos enfrentamos. Cuando se trata de manejar el estrés, comience por usted mismo: somos nuestro propio recurso, el más eficaz y poderoso.