Por Andrés Macías Samboni
Las carreras profesionales universitarias están vedadas para las últimas generaciones, quienes no encuentran motivación para dedicar parte de su tiempo a estudiar “algo” que después de graduados no lograrán ejercer, pese a “la falta de oportunidades laborales”. Frente a esta situación, muchos factores tienen incidencia, como es sabido. No obstante, haré énfasis en dos componentes que, de acuerdo con la socióloga Liliana Llamas (2018), son fundamentales a la hora de elegir qué estudiar después del bachillerato. El mundo externo y su contexto y el mundo interno.
El conocimiento de sí mismo parece aburrido; pero es crucial en términos de potenciar las habilidades o talentos. Pues de estos dependerá, en gran medida, el destino exitoso o desdichado de alguien. Por eso, demos apertura a los siguientes interrogantes que correlacionan al mundo externo e interno para elegir una profesión: ¿Qué estudiar? ¿Qué carrera elegir? ¿Cuál es el estilo de vida que queremos en el futuro? ¿Cuál es la decisión que nos acerca a la persona que queremos ser?
Existen varios cálculos que estiman que dentro de 15 a 25 años gran parte de las carreras y trabajos que existen hoy, en la manera en que existen, no van a estar más y que muchos de los que están en estos momentos, dentro de unas décadas van a ser reemplazados por robots con inteligencia artificial; entonces ¿qué hacemos frente a esto? ¿esperamos que suceda, nos deprimimos o no hacemos nada? Déjenme hacerles una sugerencia: no se queden con una sola opción porque todos tenemos gustos e intereses por muchas cosas y, por lo tanto, por muchas carreras, ocupaciones u oficios.
Algunos aprendimos que teníamos que elegir una sola cosa para toda la vida y si bien, en algunos casos esto funciona, de acuerdo a la realidad, todos cambiamos; lo externo cambia y la decisión que yo tomé en un momento de mi vida no necesariamente tiene que ser afín o coherente con mis necesidades y mis posibilidades actuales.
Para los que tengan el privilegio de estudiar, porque infortunadamente no todo el mundo puede hacerlo, me animo a darles otra sugerencia: no elijan de acuerdo con el menú del restaurante, esto es, el lado de los precios. En efecto, encontrarán carreras de dos años o, del otro lado del menú, algunas otras que no tienen ni una sola materia de matemáticas y le apunten a esas, olvidando que a lo largo de los dos primeros años van a tener materias generales, introductorias, básicas, aburridas, teóricas, abstractas que serán del agrado de unos y no de muchos otros. Además, a algunos les van a resultar fáciles y a otros difíciles. Entonces, pongan el foco un poco más allá, en lo que van a estar haciendo formando parte del día, semanas, meses y, a veces, años.
Adentrándonos en el mundo interno, en cómo descubrir el potencial conociéndose a sí mismo, recuerden estas preguntas: ¿cómo soy?, ¿qué quiero hacer?, ¿qué me gusta?, ¿qué me resulta fácil?, ¿qué me apasiona? porque si no se pierde rápidamente el interés y la motivación, pues cada una de las decisiones que tomamos y que no tomamos tienen consecuencias. Veamos también algunas pistas que como detectives privados de nosotros mismos podemos ir sacando a la luz: en qué tipo de lugares o ámbitos me gusta y disfruto estar: ¿al aire libre, en lugares cerrados, concurridos, solitarios, oficinas?, ¿institutos de investigación?, ¿asesorando, ayudando, llevando la contabilidad? ¿me gustan las sustancias químicas, los elementos de laboratorio; el dibujo, el diseño, los gráficos?
Tomar la mejor decisión está en sus manos, querido lector -ojalá adolescente-, quien puede moldear su arcilla a su propio modo y construir algo único que nadie más que usted podrá crear, disfrutar y compartir con los demás. Aunque en nuestro país Colombia, las oportunidades de estudios superiores son escasas, ustedes pueden buscar alternativas con becas nacionales e internacionales, este es otro camino viable si se quiere.