Por Manuel Gómez Sabogal
La primera vez que fui a fútbol, me llevó mi padre. Fuimos al estadio San José. Recuerdo que el estadio era en un alejado lugar al occidente de Armenia. Era pequeño. Ese día jugaban Millonarios – Quindío. Había una larga cola para entrar. Mi padre iba con saco y corbata. Me llevaba de su mano. Ese día ganó Quindío 1 – 0.
Desde ese momento, me gustó el fútbol. Quería ir al estadio siempre, pero mi padre prefería cuando venía Millonarios, el equipo de moda en esa época. El pequeño estadio se llenaba a reventar. Todos apoyábamos al Quindío. Era nuestro equipo. No había barras, pues todos éramos una barra completa. Era el Quindío de todos. Vi jugar a Tissera, Urruti,
Años después, empezaron a llegar jugadores de renombre para nuestra ciudad. Recuerdo aquellas épocas de “La sombra” Martínez, Dante Álvarez, Conde, Burbano, Bártoli, Frade, Larraz, Pantoja, Angulo, Gallego, Marcarián, Morelli, Cantera y otros más.
Cuando íbamos al estadio, al destartalado San José, era para ver cómo jugaban esos once que apoyábamos porque era un Deportes Quindío que nos dolía. Ganaba y festejábamos. Perdía y llorábamos.
Era el Quindío nuestro. Nuestro equipo. Pero, ahora, no sé. Hoy, siento que la ira me carcome. No hay derecho a que nuestro Deportes Quindío sea un “equipo laboratorio” como he escuchado. Y parece que es así, pero nadie dice esta boca es mía. Pertenece a un señor. No es nuestro equipo.
Ya no quiero ir al estadio. Cuando viene Nacional, veo camisetas verdes por todo lado. Aun los jóvenes de esta tierra, utilizan la camiseta del Nacional o del América, pero pocos, muy pocos, la del Quindío.
Ese Quindío de ahora, no juega a nada. No tiene fútbol. Está en la B y nuestros políticos, dirigentes deportivos, líderes regionales y nosotros, nada decimos. Todos callados. Los dirigentes deportivos se agachan y los líderes regionales no existen.
El equipo pertenece a alguien de Cali que, además, es integrante de la Federación Colombiana de Fútbol. Esa persona jamás pierde. Siempre gana. Y poco le importa si el Quindío va o viene.
Contrataron, a última hora, varios jugadores, en un intento desesperado por ascender, pero ese es un fantasma que acecha al otrora equipo de los quindianos. Hoy, Deportes Quindío está en la B y parece que no quiere subir a la A. Todos los intentos han sido fallidos.
Nuestro reto debe ser el que volvamos a tener al Deportes Quindío. Debemos lograr que haya fórmulas para que el Deportes Quindío vuelva a ser de los quindianos para que llenemos, domingo a domingo, el estadio Centenario. Mientras tanto, sigamos esperando a que políticos, dirigentes deportivos, líderes regionales y todos encontremos una verdadera solución.
El Deportes Quindío no puede seguir siendo un equipo laboratorio. Debemos ver un equipo que nos una. Y más ahora en sus 69 años.