Por Manuel Gómez Sabogal
Lo primero que debo escribir es que escribo esta nota en Semana Santa y no es una nota religiosa, ni un tratado de teología o filosofía. Ni soy católico fanático.
Solamente quiero escribir para quienes deseen leerme en esta ocasión. Es Semana Santa y aunque solamente acudo a alguna celebración durante estos días, lo hago consciente de por qué y lo que quiero.
Es simplemente que deseo escribir así, en esta Semana Santa. Soy un católico extraño, pero me encanta estar con Dios, así no me vean orar o constantemente en una iglesia.
Prefiero orar todos los días, cuando me levanto y antes de acostarme. Me siento bien, muy bien. Dios me entiende perfectamente. Sabe quién soy, cómo soy y conoce mis defectos y debilidades. Dios no está muerto.
Aunque haya más odio que amor; más injuria que perdón; más mentira que verdad; más duda que fe; más desesperación que esperanza; más oscuridad que luz; más tristeza que alegría, Dios no está muerto.
Dios es vida y amor. Soy un loco enamorado de la vida, Él sabe cuándo me necesita allá en el paso hacia la nueva vida y ese día, será mi día.
Yo respeto a los ateos y agnósticos. Tengo amigos que no creen en Dios o dudan de su existencia. Y son mis amigos. Los quiero mucho. Jamás les hablo al respecto o conversamos acerca de sus ideas o las mías. Nos respetamos.
Y tengo amigos de otras sectas y religiones. Eso no impide nuestra amistad, pues el respeto es primordial.
En esta semana quiero solamente dar un mensaje de afecto y paz para todos.
Recuerdo la canción “La primera piedra”: “Sé que yo no soy perfecto, lo sé. Y que tengo mil defectos, también. Pero busquen por la tierra y el que esté limpio de culpa, lance la primera piedra”…
Así soy. Soy demasiado imperfecto y mis defectos son muchos. A veces, escribo textos que contienen mucho afecto y que pretenden que haya reconciliación, paz, amor. Otros, son de denuncia, porque quienes deben hacer las cosas bien, dirigir los destinos del país, la región, la ciudad, no prestan atención a los problemas de la comunidad.
Muchas veces, escribo porque pretendo que no haya corrupción, odio, resquemores, intolerancia, pero estos demonios parece que están en todas partes. Dios no está muerto.
En muchos hogares cristianos o católicos, ya no se habla de Dios y todo se complica allí. Intolerancia, irrespeto para llegar a la violencia intrafamiliar. Dios no está muerto.
En muchas escuelas y colegios ya no se tienen en cuenta ni la enseñanza de la urbanidad ni la ética. Todo desapareció como por encanto. Dios no está muerto
He leído los libros de Juan Pablo Barrientos, donde denuncia la pederastia en la iglesia católica. Acusa a cientos y cientos de sacerdotes católicos en Colombia con ejemplos. Pronto aparecerá un libro con nombres de sacerdotes implicados en diferentes lugares del país. Aun así, Dios no está muerto.
Lo que escribe el periodista es algo demasiado grave y dice: “La Iglesia de este país se comporta igual que en todas las iglesias católicas del mundo, es la misma institución, es el mismo sistema, y es la misma estructura que ha permitido que durante siglos hayan existido sacerdotes pederastas, que por siglos haya permitido que en sus archivos reposen denuncias contra sacerdotes que han violentado niños, niñas y adolescentes”. Aun así y a pesar de todo, Dios no está muerto.
Le pregunté por qué a nivel de iglesias cristianas no se dice lo mismo y su respuesta fue clara: “Cuando descubren a pastores que han tenido o tienen esas actitudes, estos van directo a la cárcel”.
Dios no está muerto. Esta es una invitación a cristianos y católicos a reflexionar, a meditar un poco, un momento. A orar, no a rezar o repetir oraciones que no se entienden, porque son memorizadas, pero no sentidas.
Escribo este texto, porque creo en Dios y le agradezco que el 4 de febrero de 2019, me dejó todavía aquí, cuando pudo haberme llevado. Recuerdo que el día anterior, los médicos llamaron a mi familia para decirle que de esa noche no pasaba. Que estuvieran listos. Yo solo le oré a Dios y me confesé con Él. Recuerdo que en mi oración, le dije: “Señor, si quieres, me llevas o si deseas, me dejas acá con mi gente. Estoy listo para lo que quieras”. Me sentía con mucha paz en el alma. Le agradezco a Dios por tanto y por todo.
No más intolerancia, odio, resquemor. “Donde haya odio, sembremos amor. Donde haya injuria, sembremos perdón. Donde haya duda, sembremos fe. Donde haya desesperación, sembremos esperanza, Donde haya oscuridad, sembremos luz. Donde haya tristeza, sembremos alegría”
Si leíste esta nota, te agradezco. Vivamos para ser mejores cada día. No olvides tener paz mental y tranquilidad en el corazón. Nada de odios, pues debemos ser felices, porque no sabemos cuánto nos queda. Te aseguro que Dios no está muerto.
“Para ser un mal cristiano, es mejor ser ateo”
Papa Francisco
Buena nota, amigo Manuel. Es cierto que Dios debe estar vivo: cada día sigue entrando un rayo de sol por mi ventana. Y debe seguir vivo, pese a que el poeta César Vallejo nos contó que «YO NACÍ UN DÍA
EN QUE DIOS ESTABA ENFERMO, GRAVE.»
Un día de abril de 1938, los diarios anunciaron que el poeta había muerto, porque había estado muy enfermo, grave.