Por Manuel Gómez Sabogal
El 14 de diciembre, publiqué un artículo denominado “Disfarma deja encendida la alarma”. Lo puse en Facebook, LinkedIn, X, lo envié al correo y al WhatsApp de Disfarma. Además, lo envié a mis 450 contactos en WhatsApp.
La respuesta no se hizo esperar y el 16 de diciembre recibí el siguiente correo:
Hola manuelgomezuq@gmail.com,
Cordial saludo.
Agradecemos por su mensaje y por compartir su experiencia con nosotros. Lamentamos mucho que haya tenido una mala experiencia en nuestro punto de dispensación.
Finalmente, le recordamos que, contamos con los siguientes canales de atención digitales que facilitarán la gestión de sus peticiones, quejas, inquietudes, entre otras; así como, la entrega de medicamentos y/o insumos, sin necesidad de desplazarse de su lugar de residencia.
Entonces, decidí escribirles al correo y al WhatsApp para solicitarles el servicio a domicilio, porque resido en una vereda cercana a Armenia. Lo hice el 8 de enero. Su respuesta me llegó el 9 y fue:
Hola manuelgomezuq@gmail.com,
Cordial saludo,
Apreciado usuario por favor anexar una dirección urbana ya que no contamos con servicio a domicilio en zona rural, para poder hacer el proceso a domicilio.
Es decir, nada pasó. Si no tienen servicio a domicilio, al menos, deberían tener una web donde se pueda pedir el turno y no tener qué hacer la fila. Que, si se tiene turno para el 4 de febrero a las 4 de la tarde, se pueda ir e inmediatamente lo atienden
Definitivamente, decidí ir a la droguería Disfarma este sábado 11 de enero a las 10.30 de la mañana.
Había mucha gente. Al pedir el turno, la persona encargada, me advirtió: “se puede demorar, porque apenas van en la A”. Yo miré y me había entregado el turno E 23”. Entonces, le pregunté:
– “¿Cómo funciona?
– “Sencillo, señor. Van en la A 34. Son 100. Luego sigue la B y son otros 100, la C y otros 100, la D y otros 100 hasta llegar a su letra E 23”
– “¿Y los prioritarios? ¿Personas de más de 60 años?”
– “No señor. Van en el orden que le estoy diciendo”.
Decidí entrar y sentarme a leer un rato como para descansar. Miré el tablero donde aparecen los llamados por turno y no estaba funcionando.
De pronto y como por arte de magia, un joven gritó: “C 29…C 29…C 29” como en el juego del bingo, solo que en esta ocasión estaba llamando a correspondientes letra y número.
Luego volvió a gritar para las fichas siguientes. No lo podía creer. Estaba sucediendo algo peor que lo vivido un mes atrás.
Muchas personas de más de 70 años estaban ahí esperando y algunos ya llevaban más de dos horas sentados.
No organizaron algo especial en un mes. No les importó una tutela que alguien puso, una queja a la secretaría de salud o un artículo donde se les decía que “Si no piensan en los usuarios, no prestarán un excelente servicio”.
No, no piensan en los usuarios y el servicio es deficiente. Pero eso no depende de las niñas o del joven del bingo. Depende de los directivos, de quienes mandan, ordenan, dirigen.
Pero no hay caso.
1. No existe servicio prioritario para mayores de 60 años.
2. Es un desorden increíble con la entrega de fichas por orden alfabético y números hasta100 por cada letra.
3. No son capaces de mejorar, porque en un mes, echaron reversa. Es decir, resultaron malos, definitivamente.
4. El sitio es pequeño e inadecuado para prestar un excelente servicio.
5. Una estrecha puerta de entrada y la misma de salida.
El local no es el adecuado y lo viví en carne propia. Así que, deben mejorar mucho. No debería haber filas fuera del sitio, pero no hay caso, porque la estrechez al interior no permite algo mejor.
Me pregunto: ¿Un temblor en un momento de estar lleno el lugar se convierte en tragedia? No han pensado en eso, ni les importa.
Quienes manejan Disfarma deben venir a Armenia y revisar bien dónde está esa droguería. Por favor, no jueguen con los usuarios como lo están haciendo. ¡Respeten!