Por Alberto Ray S – albertoray.com
Una de las experiencias más interesantes y desafiantes que he desarrollado siendo consultor en seguridad ha sido intentar pronosticar crisis emergentes en el entorno.
Hago la distinción en relación con “crisis en el entorno”, a fin de diferenciarlas de otras que pueden ocurrir por causas internas. Por crisis me refiero a un evento o conjunto de situaciones, usualmente impredecibles y sobrevenidas, originadas fuera de la organización, pero con capacidad real de generarle interrupciones y pérdidas.
No resulta tan fácil utilizando las metodologías convencionales de análisis de riesgos, evaluar los impactos de las crisis, ya que, aunque puedan considerarse amenazas, porque de hecho lo son; tienen un componente tan alto de impredecibilidad e incertidumbre, que resulta muy complicado valorarlas a priori en función del daño que puedan generar. Estos eventos se desenvuelven en un amplio rango de posibilidades, afectando múltiples dimensiones, no sólo de la organización, sino de la naturaleza misma del negocio o sector en la que se presente.
Ejemplos de crisis hay suficientes, si queremos ilustrar lo que son y cómo se comportan. En particular, recuerdo la turbulencia venezolana del año 2017. En simultáneo se solaparon tres crisis: política, social y económica, lo que degeneró en escenarios de conflicto y la consecuente interrupción de la continuidad operativa de muchas empresas. Adicionalmente, la conflictividad se transformó en violencia y vandalismo en distintas ciudades del país, afectando la vida y activos productivos prácticamente en todo el territorio. No tengo datos precisos de las pérdidas, pero algunos estimados asoman una cifra superior a los 3.5 mil millones de dólares. Vista en retrospectiva, muchos analistas no sólo opinan que esta crisis era no sólo previsible, sino completamente evitable, sin embargo, la crisis ocurrió y millones de venezolanos debieron asumir sus catastróficos impactos.
¿Qué señales o indicadores de alerta temprana pudimos haber observado para predecir esta explosión social?
Predecir crisis es un desafío complejo, ya que involucra tener consciencia de una serie de factores interconectados que actúan simultáneamente en procesos que a menudo se realimentan o potencian, lo que hace muy difícil entenderlos o detenerlos con rapidez. Sin embargo, es posible tomar medidas para identificar señales de advertencia y estar mejor preparados para hacer frente a situaciones de crisis. Esta es una función absolutamente clave de la seguridad, por tanto, el liderazgo debe tener el nivel de madurez e inteligencia para asumir con determinación el proceso de anticipación de eventuales crisis.
Para el caso de crisis sociales o conflictividad social existen algunos modelos que se utilizan para predecir o evaluar estas amenazas. Estas metodologías suelen combinar una variedad de indicadores y datos para identificar señales de advertencia de tensiones sociales, protestas, disturbios o conflictos más graves.
Los indicadores más comunes incluyen data como tasas de desempleo, índices de criminalidad, disponibilidad de servicios básicos y calidad del transporte público. A estos se les suele combinar con datos económicos, tales como; inflación, salarios, abastecimiento de productos básicos, tasas de interés y acceso a dinero en efectivo. Tanto los aspectos sociales como los de la economía son una primera aproximación para el pronóstico de malestar y conflictividad.
Pero existe una capa más profunda desde donde emergen las crisis en la sociedad, y en este aspecto se necesita, ya no un estetoscopio social, sino herramientas de poder. En la actualidad, uno de los instrumentos predictivos más agudos son las redes sociales. El seguimiento de las redes sociales y el análisis de sentimiento en línea pueden proporcionar información valiosa sobre el estado de ánimo y las preocupaciones de la población. Los cambios en el tono y la intensidad de las conversaciones online sirven como indicadores tempranos de agitación social.
Las crisis sociales no ocurren espontáneamente, aunque a simple vista así lo parezca, detrás de ellas hay un conjunto de síntomas, que si son interpretados pueden brindar datos interesantes. El análisis de la historia y los antecedentes de un país o región puede ayudar a identificar patrones de conflictividad social en el pasado y prever posibles repeticiones de situaciones similares. Asimismo, se pueden recopilar datos sobre eventos, manifestaciones y protestas a nivel local y nacional para evaluar la frecuencia y la intensidad de la turbulencia social. Estos datos usualmente indican el tamaño de las protestas, la participación de grupos específicos y la respuesta de las autoridades.
Un agregado clave a la conflictividad es el análisis de datos geoespaciales, ya que ayuda a identificar áreas geográficas que son propensas a la conflictividad social, especialmente cuando se combina con otros indicadores, como la densidad de población y la distribución de recursos.
Otra dimensión para el pronóstico de crisis de entorno es la evaluación de los riesgos políticos. Aquí, la información a colectar tiene que ver con la estabilidad del gobierno, la polarización política y la corrupción, así como los grupos de poder, las opiniones de los líderes políticos y las prioridades presupuestarias del gobierno.
Resulta evidente que la cantidad de datos e información que pueden colectarse para pronosticar crisis puede ser abrumador. Por ello existen hoy herramientas realmente poderosas, muchas asistidas con inteligencia artificial que facilitan el análisis y permiten identificar relaciones ocultas o patrones que no son obvios a través de métodos manuales. Estos modelos de aprendizaje automático cuentan con algoritmos que son “entrenados” para identificar correlaciones complejas en los datos y predecir el riesgo de conflictividad social.
Es importante destacar que en la predicción de crisis no existen modelos infalibles y los pronósticos siempre están sujetos a márgenes de incertidumbre. Además, la calidad de las predicciones depende en gran medida de la calidad de los datos utilizados, de la precisión de los métodos y de la experiencia del analista. Una manera de reducir la incertidumbre es utilizar múltiples modelos y fuentes de información al evaluar el riesgo de crisis y a partir de allí, tomar decisiones más informadas.
Un elemento que debemos mantener presente es que algunas son impredecibles o resultan de eventos inesperados, por lo que la gestión de riesgos y la preparación para contingencias siguen siendo elementos clave en la mitigación de sus impactos. Como complemento diría que, para los gobiernos, el estudio, prevención y gestión de conflictos sociales también son fundamentales para mitigar el riesgo de crisis y tener consciencia previsiva que ayude en el diseño de políticas de paz social.
Les dejo aquí un enlace a un artículo que escribí hace algún tiempo, a partir de mis experiencias en el diseño de modelos para preparar a las organizaciones para la conflictividad social, creo que sigue vigente y les puede resultar útil: Conmoción social, un riesgo siempre presente.