¿Crees que, si hubieras tenido la oportunidad de elegir dónde nacer, tu vida hoy sería diferente?
Un día llegas al mundo sin la oportunidad de elegir los padres, la familia, la creencia religiosa, la raza o la condición social. Así, vas creciendo y desarrollando aprendizajes de los diversos seres que tienes alrededor y que te sirven como referentes para indagar por gustos, preferencias e inclinaciones.
Pero de dónde procedes, no define lo que serás en el futuro, eso lo visualiza cada persona de acuerdo a sus anhelos, sus proyectos de vida, sus sueños y el amor propio que posea. De la tenacidad o fragilidad que demuestres, depende en gran parte, la capacidad de enfrentar cada reto que la vida va colocando a tu paso. El mundo hoy, muestra infinidad de caminos por recorrer. Pero también tiene que ver la fuerza de la fe y la esperanza que tengas para alcanzar el éxito o fracaso en la vida.
El sendero a conquistar es una elección libre y personal. Como superes los desafíos, irás utilizando cada piedra para escalar, aprender, crecer, madurar y avanzar. O para lamentarte, comparar, culpar y minimizar la autoestima, llevándote a hacer el antagónico de lo que verdaderamente querías lograr.
El éxito o fracaso de cada persona, depende del amor propio y la lucha por alcanzar lo que merece. Los tropiezos en el sendero son precisamente para visualizar nuevos aprendizajes, no para hundirte en la desgracia. Pero eso lo defines tú mismo, la experiencia y el sentimiento es propio, no de otro. De eso se trata la madurez, el éxito o el fracaso. Te autoflagelas o aprovechas cada reto para aprender, crecer, avanzar y madurar, llevando como bandera el amor propio proyectado a todo lo que emprendes. Recordar que nadie es responsable de tus elecciones, te hace asumir tus propias responsabilidades. No te permitas el control, el pesimismo, los límites, ni las malas energías a tu alrededor. Todo lo que te ayude a crecer, bienvenido sea.
¡Reconocer y aceptar tus talentos, te ayuda a direccionar tu futuro!!