
Desde el séptimo piso, por Faber Bedoya C
Esta semana, desde siempre, ha sido una semana para la reflexión. Hace algún tiempo se convirtió en semana de vacancia total, pero se conservan las tradiciones, se sigue asistiendo a las ceremonias religiosas y a las procesiones, con muchísima presencia de personas, entre ellos, toda mi familia.
Durante los días santos teníamos muchas prohibiciones. Vigilia de carne rigurosa, solo pescado, un pescado seco que venía de los Llanos Orientales, salado y tieso, mejor el pescado traído de la Dorada, o el de nuestros ríos, y las sardinas en agua o en aceite, eran un premio. Como fuera, había vigilia. Las señoras vestían de riguroso negro el viernes santo. Los cafés cerraban, las coperas de entonces, estaban de asueto. El recogimiento se palpaba en el ambiente. Todos estrenábamos de pies a cabeza. Estas costumbres, ceremonias, ritos, nos acompañaron hasta muy grandes. No entendíamos mucho, fuimos piadosos, practicantes respetuosos, fervorosos, atentos, colaboradores. Una vez en Tunja nos ofrecimos para ayudar a cargar la cruz, en el Viacrucis del Viernes Santo, pero realmente pesaba mucho, y se acabó el recogimiento, la fe, el fervor, al primer paso que dimos, con semejante madero.
Cuando superamos la etapa de hijos y nos volvimos padres, continuaron las mismas costumbres, pero los hijos si cuestionaban lo que nosotros nunca nos atrevimos a preguntar, un por qué. Y como nunca nos dieron respuestas, teníamos que repetir verdades oídas en clases de Religión, y a los jóvenes no los convencimos. Y eso que estudiaban en colegios católicos, apostólicos y romanos, lo cual ayudó a superar nuestra ignorancia supina en apologética, o mejor nuestra obediencia ciega, a lo que decía la santa madre Iglesia. Sin embargo, el recogimiento que se advierte en ciertas ceremonias, como el Sábado de Vigilia, o ceremonia de la luz, o de resurrección, es admirable, contagioso, invita a pensar en la trascendencia del ser. Oportunidad de interiorizar la Verdad, inmutable, estable y duradera. Es un momento, un poco largo para nuestra edad, pero vale la pena, vivirlo. Se bendice el fuego nuevo, el cirio pascual para evocar que Cristo es la luz del mundo. La iglesia está en tinieblas, y cuando el sacerdote llega al altar, pasa el fuego para que los asistentes enciendan las velas y se ilumine el recinto. Luego se bendice el agua para recordar el bautismo. Se repite muchas veces Jesús Cristo ha resucitado, en nosotros, y vive para nosotros, somos su imagen y semejanza.
Esta ceremonia es un puente, que se establece entre el pasado y el futuro, fortaleciendo el presente. Entrega muchas herramientas para vivir bien, en paz, ilumina, aclara, abre, senderos de esperanza, bienestar en el amor y el servicio. Resurrección es renovar, borrar archivos, reaprender, resiliencia. La luz acaba la oscuridad mas intensa, el agua alimenta el espíritu, y lo eleva a regiones del infinito.
A veces nos atrevemos a pensar, que en tantas vidas que hemos vivido, tenemos un portafolio de azotes, flagelaciones, calvarios, traiciones, negaciones con o sin cantadas de gallos, abandonos, lavada de manos, acusaciones infundadas, juicios amañados, preferencias por ladrones, cirineos, madre bondadosa, muchas Magdalenas plañideras, Verónicas que han enjugado nuestro rostro. Fuimos condenados justo o injustamente, cargamos con solvencia no una, varias cruces, caímos hasta perder la cuenta, nuestra madre siempre nos dio la mano, tuvimos incontables cirineos que aparecieron en nuestro camino, limpiamos nuestras iniquidades, fuimos consolados y consolamos a muchos y hoy completamos 79 Semanas Santas. Pero de seguro, y sin ambages, tenemos que reconocer, que solo por la gracia de Dios, son más las resurrecciones que las crucifixiones. No necesitamos pensar mucho, para recordar de cuántas nos ha salvado nuestro Señor Jesucristo. Si no fuera así, hacía rato estábamos chupando gladiolos en los Jardines de Paz.
El domingo de resurrección nos recuerda que continuamos en la agenda de Dios. Creyendo en sus promesas porque si El lo dijo y yo lo creo, hecho está.