Es común que, como padres o cuidadores de niños pequeños, nos preguntemos constantemente si la disciplina sólo se crea con violencia; y es que, en términos de crianza, el legado que nos han dejado nuestros abuelos, es un modelo basado en el irrespeto y el miedo, por lo que es normal para nosotros preguntarnos ¿cómo hago para que mi hijo me respete sin acudir a la violencia?
Aunque no hay una respuesta genérica que funcione para todos los casos, ya que todos los niños son totalmente diferentes; tomar acción y atrevernos a incorporar algunas prácticas, basadas en el respeto, en nuestro método de crianza, puede marcar la diferencia de una manera positiva. Entre ellas están:
- Evitar a toda costa el maltrato físico, emocional y verbal: recuerda, todas las personas nos portamos mejor cuando nos tratan bien.
- Olvidar que tu hijo tiene que obedecer: no pretendas que te obedezca simplemente porque eres su madre/padre, la lucha de poder sólo genera desconfianza. Escúchalo antes de actuar.
- Manejar una comunicación horizontal: ponte siempre al nivel de tu hijo cuando le hables (bájate a su estatura, ponte en cuclillas si es necesario) y míralo a los ojos.
- Educar con empatía: háblale, pregúntale y sugiérele cosas a tu hijo de la misma manera en que te gustaría que te dijeran a ti.
- Tener siempre presente la edad de tu hijo: así sabrás qué puedes esperar de tu hijo y qué no. Recuerda que los niños están en proceso de desarrollo y hay cosas que no les podemos pedir.
- Recordar que el adulto eres tú: eres quien debe dar ejemplo; si quieres que tu hijo te respete, debes respetarlo tú también.
Ten en cuenta que tu método de crianza debe girar en torno al respeto, y no el respeto girar en torno a tu método de crianza; sólo de esta forma lograrás vivir la maternidad/paternidad de una manera respetuosa tanto para tu hijo, como para ti.