Por Alberto Ray – AlbertoRay.com
Uno de los procesos más relevantes, y a la vez más retadores de la seguridad es la capacidad de realizar pronósticos sobre la realidad. Un pronóstico es una predicción informada, basada en datos y orientada por el análisis de las fuerzas en movimiento de distinta naturaleza, dentro y en la periferia de esa realidad objeto de la evaluación.
Todo pronóstico tiene un grado de incertidumbre y no debe intentar convertirse en una profecía sobre el futuro. Al contrario, los analistas que realizan pronósticos tienden a ser bastante modestos y cuidadosos sobre sus predicciones, pues la realidad, en su complejidad extrema, es difícil de determinar. De allí que, el objetivo del pronóstico es crear un mindset de anticipación frente desenlaces probables a partir del presente, preparando con flexibilidad a la organización a potenciales rutas de cambio de manera más previsiva y resiliente.
El modelo más sencillo de predicción es la extrapolación, y se trata de estimar linealmente el desenvolvimiento de las fuerzas del presente basado en una estimación de comportamiento histórico de las variables. Un ejemplo de esto es la tasa de inflación en un sistema económico estable. Si se conoce el valor actual de la inflación y se tiene la curva de años anteriores, se puede extrapolar hacia el futuro.
El pronóstico es la forma más compleja de estimación del futuro, pues en este caso el analista debe, por un lado, estudiar cada variable por separado y determinar si va a incrementar, reducir o permanecer igual; y por el otro, identificar la fórmula de cambio, ya que los cambios pudieran no ser lineales. Una vez allí, lo más complejo es dilucidar cómo una variable (fuerza) impacta a otra y escribir la ecuación de predicción.
En la actualidad, realizar pronósticos está directamente vinculado con la capacidad de colectar, relacionar y analizar datos, y para ello existen múltiples instrumentos en la web con los cuales trabajar, desde Google hasta aplicaciones sofisticadas de Inteligencia Artificial que pueden configurarse para identificar relaciones entre fenómenos de la realidad.
Tomemos el caso de la conflictividad en un país. Si el objetivo es pronosticar su comportamiento durante el año, con el fin de preparar políticas públicas de seguridad ciudadana y atender los problemas sociales más críticos, la primera tarea es determinar las fuerzas en movimiento de mayor impacto e identificar en ellas elementos observables y medibles. Aquí la data sobre cantidad, localización, tamaño, causa y desenlace de conflictos anteriores puede ser muy útil. Así mismo, detectar las relaciones entre variables, tales como; devaluación, inflación y conflictividad o fallas de los servicios públicos y conflictividad van a ayudar a construir el modelo matemático para el pronóstico.
Prácticamente, todo fenómeno observable puede ser modelado, y a partir de la “calidad” del modelo se puede pronosticar su comportamiento dentro de ciertas simplificaciones y márgenes. En este sentido, resulta conveniente para el analista de seguridad realizar un análisis de riesgos, a partir del cual pueden vincularse pronósticos que le den soporte a las estimaciones de probabilidad e impacto de tales riesgos.
Un buen ejemplo puede ser el robo de mercancías en tránsito. Este riesgo es una función no lineal de distintas fuerzas en movimiento, entre las cuales podemos citar la conflictividad social, la delincuencia en las vías, la escasez de productos básicos, la inflación, etc. Cada una de esas variables podría tener cierta incidencia en la materialización del riesgo, y la noción de poder modelarlo anticiparía las acciones de prevención y protección que pueden tomarse para mitigar el riesgo, así como crear consciencia sobre el entorno, haciendo a la organización mucho más previsiva y resiliente.
El especialista en seguridad probablemente necesitará apoyo de su organización y asesoría técnica externa si decide desarrollar un modelo de pronóstico de sus riesgos. Mi recomendación en este punto es comenzar por actualizar el análisis de riesgos e identificar para cada uno, los fenómenos observables de la realidad y el entorno que podrían tener incidencia en tales riesgos, y a partir de allí, diseñar una métrica para cuantificar la observación. Adicionalmente, es muy recomendable desarrollar un sistema sencillo de monitoreo de entorno que permita registrar los fenómenos e identificar sus relaciones con los riesgos.
Otra fuente de información son los reportes que distintas organizaciones nacionales e internacionales, cada vez con más frecuencia, publican sobre riesgos. Puedo citar a Eurasia Group y su reporte 2023 que ya está disponible, pero lo propio hace el World Economic Forum y observatorios sobre criminalidad y violencia. En el caso de Venezuela, el Observatorio Venezolano de Violencia hizo público su informe 2022 con información muy útil para construir un modelo predictivo de la criminalidad violenta.
La seguridad es la herramienta con la que cuentan las organizaciones para reducir la incertidumbre y de allí mitigar sus riesgos, por ello no puede estar desconectada del entorno, si pretende lograr sus objetivos en medio de una realidad tan compleja y desafiante. Los invito, como decía Kant, a que se atrevan a pensar en cómo pueden comenzar a pronosticar el futuro, es allá dónde todos los riesgos tienen posibilidad de materializarse.