Muchos de los mitos dietarios (sobre las dietas) ya han sido refutados por la ciencia en varias ocasiones, pero seguimos creyendo en ellos y alimentándonos de forma inadecuada.
Por eso, debemos saber qué tanto de la información que consultamos es falsa o verdadera, y cuándo lo que creemos cierto es, simplemente, una exageración.
A todos nos produce satisfacción comer chocolate, pero no por ello experimentaremos felicidad comiéndolo. Este mito, como otros, proviene a su vez de otro mito: que algunos alimentos producen felicidad alimentaria, un concepto que es absurdo –afirman los científicos–.
Mito #1: El chocolate te hace feliz
El chocolate contiene triptófano, que estimula la liberación de serotonina y genera sensaciones placenteras. No obstante, los científicos afirman que en el chocolate estas cantidades son tan bajas que no producen efectos en el estado de ánimo.
Si nos apasiona el chocolate, al comerlo nos sentiremos a gusto, pero no a causa de la serotonina sino porque experimentaremos el mismo placer que al comer cualquiera de nuestros alimentos favoritos.
Mito #2: Comer por la noche engorda
Muchas personas no comen por la noche creyendo que esto las ayuda a adelgazar, sin embargo, este es otro de los mitos que ya han sido desmentidos mediante diversos estudios.
No es importante en qué momento del día nos alimentamos, sino el consumo calórico total del día y las calorías que hemos quemado. Si bien comer 5 veces al día y cenar ligero es conveniente para perder peso, es igualmente importante no excedernos en las demás comidas.
Mito #3: Los huevos aumentan el colesterol
Lo cierto de este mito es que la yema del huevo contiene mucho colesterol: 190 mg por huevo, pero los requerimientos diarios son de 300 mg para los adultos, por lo tanto consumir un huevo no es perjudicial y depende también de la forma en la que lo preparamos.
Los expertos afirman que la influencia de comerse un huevo sobre los niveles de colesterol es insignificante. Además, en condiciones normales, el cuerpo regula la ingesta de colesterol y elimina el exceso.
Mito #4: Debes consumir limones para obtener vitamina C
Los limones son ricos en vitamina C, pero de cada 100 gramos (aproximadamente 1 limón) obtienes solo 53 miligramos. Esto es bastante, teniendo en cuenta que los adultos necesitamos un mínimo de 90 miligramos al día, pero hay muchas frutas y verduras que pueden aportar más.
La grosella negra contiene más que el triple (200 mg) de vitamina C, así como el pimiento rojo (190 mg), el perejil, el chile, el brócoli y el kiwi.
Mito #5: El pan oscuro es más saludable que el pan blanco
Para que un pan sea saludable debe contener un alto porcentaje de granos enteros y harinas integrales, pero muchos panes oscuros contienen cantidades mínimas y simplemente se colorean cuando son procesados.
Para saber si un pan es saludable, debes leer la etiqueta para conocer sus ingredientes. Para que sea considerado integral, su proporción de harinas integrales deben ser de al menos el 90%.
Mito # 6: La espinaca contiene mucho hierro
Aunque parezca increíble, hace aproximadamente 100 años –cuando se creó la tabla nutricional de la espinaca– hubo un error en las comas.
La espinaca no contiene 34 miligramos de hierro, sino solamente 3,4 gramos por cada 100 gramos. Los alimentos que contienen más cantidad de hierro son las carnes rojas, los mariscos y los granos, así como las nueces, las almendras, las avellanas y los pistachos.
Mito #7: La fructosa es más saludable (y engorda menos) que el azúcar
El azúcar de la fruta (la fructosa) es saludable si se come de la fruta, pero en ocasiones es agregada a los alimentos como un edulcorante. Cuando es agregada, la fructuosa engorda tanto como el azúcar convencional.
Además, las personas no toleran demasiadas cantidades de fructuosa y su exceso puede provocar efectos secundarios como malestar abdominal y diarrea.
Conclusiones
Seguramente conocías algunos de estos mitos dietarios-nutricionales, pero puede que otros sean completamente nuevos para ti.
En la antigüedad, los curanderos recorrían las aldeas vendiendo productos milagrosos y era fácil sucumbir a la superstición. En la era de las comunicaciones, esto no ha cambiado mucho, aunque los mitos sobre los alimentos y la dieta se extienden más rápidamente.
¿La mejor sugerencia? Haz preguntas y consulta varias fuentes antes de dar algo por hecho.