Tuve el honor de desempeñarme como Jefe de Secretaría en un Núcleo de una Universidad, en Venezuela, por tres (3) años. El Jefe de Secretaría es el encargado de: coordinar los ingresos de los estudiantes de PreGrado y PostGrado, coordinar los egresos de PreGrado y PostGrado, resguardar y procesar las calificaciones de los estudiantes, y en fin, con lo que se refiere a la permanencia de los estudiantes en la Universidad. Adicionalmente se desempeña como Secretario del Consejo de Núcleo, conformado por los directivos del Núcleo.
Por supuesto, que una función implícita del cargo, es hacer cumplir las normas, leyes y reglamentos de la Universidad.
Me dediqué precisamente a llevar a cabo todas esas responsabilidades, las cuales siento que llevé a cabo de manera excelente, debido en gran parte, a contar con un equipo de trabajo excelente y de primera línea.
Pero llegó el momento, en el cual empecé a ser conocido como el Profesor CastellaNOs. ¿Por qué? Porque trataba siempre de hacer cumplir con las reglas.
Siempre debe haber, en un sistema, un control. En el área de Sistemas, se habla de la «homeóstasis«, en la cual se tiene un sistema en equilibrio. Y precisamente ese equilibrio se logra a través del control. Imaginemos un tanque de agua instalado en una casa: se llena hasta que alcance el nivel apropiado, gracias a un flotante. Si no existiera el flotante, el agua se desbordaría, convirtiéndose en el mecanismo de control de ese sistema. Si se llega a desbordar el agua por fallas en ese mecanismo de control, se dice que el sistema entra en «entropía«.
Volviendo al tema que nos compete, la función del Jefe de Secretaría es ser precisamente el mecanismo de control, encargado de mantener el sistema en homeóstasis y evitar la entropía.
Y llegaban estudiantes que no se inscribieron formalmente en el semestre, y que no aparecen por lo tanto en los listados, a pedir (faltando 1 o 2 semanas para que terminara el semestre) que fueran inscritos. Cuando les decía que estaban fuera de lapso, y que la inscripción tardía justificada se podía hacer hasta la 4ta semana del semestre y no en la 12va semana, entonces yo era el malo.
Cuando alguien reprobaba más de 2 materias en el semestre, y pedía que fuera reconsiderado su caso. Y al ver que en los últimos años venía consuetudinariamente reprobando más de 2 materias y siendo reconsiderado para continuar, cuando le decía que su caso no era procedente, pues el malo era yo.
De retroceder en el tiempo, y encontrarme en la misma situación, no hubiese hecho las cosas distintas. Hubiese seguido cumpliendo la función para la cual fui designado: hacer cumplir las normativas vigentes.
Siempre hace falta alguien que ponga orden y mantenga al sistema dentro de los parámetros o estándares de funcionamiento. De otra manera, habría entropía, o como también se le llama, anarquía.
Cuando podía ayudar a algún docente o estudiante, y su solicitud se encontraba enmarcada dentro de lo establecido, pues lo ayudaba. Cuando recibía solicitudes extemporáneas y fuera de toda legalidad, pues tenía que decirle que no. En muchas oportunidades, los casos eran elevados a Consejo de Núcleo, donde se exponían las circunstancias atenuantes, agravantes o justificantes de cada caso, donde por mayoría y por escrito se tomaba la decisión correspondiente. Y al quedar escrito, debía estar apegado a las normativas vigentes.
Muchas veces se considera como «malo» al que hace cumplir las leyes, y «bueno» al que se hace la vista gorda. En días pasados alguien me decía que un policía CDM le había puesto una infracción de tránsito porque no se detuvo en un semáforo en luz roja. O como otro que me habló de lo malvada que era la compañía de luz, que le cortó el servicio, y sólo tenía una semana de vencido el recibo y que no había pagado.
Seamos buenos y cumplamos con las normativas, y no veamos a quien debe hacerlas cumplir, como el malo. No siempre el que dice que NO es malo. No nos acostumbremos a solicitar lo que no se debe, lo que está fuera de lapso, o fuera de norma.
Luis R Castellanos