Tenemos amigos cercanos, amigos en la distancia, algunos se fueron por estudio, cambio de residencia y muchos motivos más. Pero, no los perdimos, porque ahí están siempre. De mes en cuando aparecen y nos llenan de alegría.
Otros, se fueron a la eternidad y los recordamos con mucho cariño, pues fueron nuestros amigos cercanos, lejanos, compañeros de estudio o de bohemia.
Así mismo, ahora hacemos amigos utilizando las redes sociales. En especial, busco que sean escritores o personas que me alimenten con sus conocimientos, frases y me den mucho optimismo. Prefiero hacer amigos que tengan muchas fortalezas y que le den significado a mi vida.
Es así como encontré un amigo en Venezuela. Mirando, revisando sus anotaciones, sus apuntes. Interesantes correos, charlas y muchos puntos para compartir. Un hombre feliz en su Venezuela del alma. Alma de llanero. Amante de su familia. Con todo en su tierra. Sin faltarle nada.
Sin embargo y por cosas del destino, debió salir de su tierra, alejarse de su familia para buscar nuevos horizontes, esperando volver muy pronto a su amado país.
Se encuentra en Estados Unidos, esperando una respuesta a su petición. No le ha llegado, pero sí las súplicas de sus hijos, quienes en este momento, pasan por un mal momento.
Como todo es escaso en Venezuela, ellos ya carecen de lo necesario, especialmente para alimentarse. En estos días, le escribí y su respuesta fue:
- Gracias por tus palabras. Mis hijos están en Venezuela. Se me partió el corazón cuando me dijeron la semana pasada que no tenían comida. Los chavistas destruyeron el país. No puedo traerme a mis hijos. La cosa no está fácil…
- Estimado amigo, espero que esa angustia termine pronto…. Mil abrazos
No sé ni cómo actuar, ni qué decir en este caso. Y como él, son muchos los que están sufriendo lo que sucede en un país querido, vecino, hermano y que nos duele a todos.
Por eso, tengo en este venezolano, un amigo. Y hago esta nota, esperando que sienta ese abrazo fuerte que le envío para darle fuerza, para que sienta el apoyo de muchos que sentimos el dolor de ver a una Venezuela partida y acabada por un grupo de personajes que todavía tienen pesadillas pensando en un troglodita al que siguen sin saber para dónde va.
Por eso, amigo venezolano, le deseo lo mejor. Que pronto le llegue la respuesta anhelada, que pueda tener la oportunidad de llevar a sus hijos y que la familia esté bien.
Por ahora, siga haciendo lo que más le gusta, lo que más siente, porque así, los días duelen menos y las horas pueden pasar un poco más rápido.
No es consuelo de tontos, sino el anhelo sincero para que la vida vuelva a ser lo que siempre fue y pronto pueda regresar a su Venezuela adorada, a sentir el calor de los suyos, el renacer de un país que tiene mucho y que pueda seguir siendo el mismo de siempre.
Un abrazo de quien no lo conoce personalmente, pero ya sabe que es un amigo colombiano.
Manuel Gómez Sabogal