Crecí en un ambiente en el cual no había racismo.
Tengo una tía abuela, hermana de mi abuela paterna, de la cual confieso que no se cómo se llama. Todos le dicen «la Negra». Por ende, nosotros le decíamos «Tía Negra» o «Tía Negrita». Mi abuelo paterno era blanco y mi abuela paterna era mestiza. El papá de mi abuela era negro. Tuve compañeros de colegio, en primaria y bachillerato, y luego en la universidad, de varios colores, tamaños y razas.
Al negro le decíamos negro, al chino le decíamos chino, al enano enano, y a los que usábamos lentes nos decían «4 pepas». A los asiáticos les decíamos «chinos», sin importar si eran de China, Japón, Corea, o de otro país. A los portugueses les decíamos «portu» o «Manolo». A los españoles, «gallegos», sin importar de qué región venían. Con los italianos a veces era el «ma que diche» o «fangulo», sin saber siquiera cómo se escribía y qué significaba. A mi padrino le decían y le siguen diciendo el turco, porque es de ascendencia del Medio Oriente (pero no de Turquía). Al flaco flaco y a los gordos gordo. Por cierto que hubo una época en Venezuela, cuando transmitían por televisión la novela «Mi gorda bella», en la que le decían «gorda» a todas las mujeres, sin importar su volumen corporal, sólo por cariño.
Crecí viendo a la gente y a sus méritos y cualidades, no a su color ni raza. Tuve profesores de varios colores, pude ver en todas las profesiones y oficio personas de varios colores, y era normal convivir todos juntos. No voy a afirmar que no hubo ni hay racismo en Venezuela. Afirmo que YO crecí en un ambiente no racista.
De acuerdo con la etnografía de Venezuela, el venezolano proviene de tres razas: europea, amerindio y africano. Los conquistadores españoles llegaron solos al continente americano, y buscaban novia o esposa entre las mujeres criollas, negras o indias. Los esclavos negros se juntaban con mujeres indias, o los hombres indios con mujeres negras. Al final, ello dio como resultado el mestizaje, que se ha estado viviendo desde esa época colonial hasta nuestros días. Se dice que un alto porcentaje de la población venezolana, es mestiza o mezclada.
Caso diferente se vio en los EEUU, donde los cuáqueros al llegar desde Inglaterra, venían en familias establecidas y fueron pocos los blancos que se relacionaban con indios o negros.
Pero basta de la historia de Venezuela, y volvamos a mi historia.
Mi primer encuentro con el racismo fue en los EEUU. Me encontraba de comisión en Atlanta, y bajé al bar del Hotel en el cual me alojaba. Tendría alrededor de 20 años, y me sentía que me estaba comiendo el mundo. Pensé que «pescaría» alguna hermosa dama, pero no tuve suerte. Le pregunté al barman que qué pasaba con las mujeres del lugar, para quienes yo era «invisible». Me contestó: «es que no eres blanco». Bueno, nunca me he considerado blanco, ya que mi piel es de un tono canela, pero esa afirmación me golpeó duro. Al día siguiente, fui a un bar en el sector negro de Atlanta. Tampoco tuve suerte. ¿Por qué? Porque no era negro.
Cuando terminé la comisión, me sentí contento y aliviado de regresar a Venezuela…
Por cierto, qué mejor receta contra el racismo que comerse un Pabellón Criollo. Cuenta la leyenda que el arroz representa a los blancos, las caraotas negras a los negros, y la carne mechada a los indios. Y hay gente que mezcla todos los alimentos, cual haciendo una vez más el mestizaje. Los plátanos son la baranda para que no se caigan del plato.