Sábado en la noche, ahora en abril, me di cuenta de que una estudiante de la EAM se había suicidado. Revisé si tenía Facebook y hallé que las últimas publicaciones que había hecho, tenían ingredientes que daban a entender soledad, desesperación, tristeza, amargura, depresión….
Unas 18 horas antes, había publicado tres imágenes que dejaban entrever algo: 1. Ahora sí, vamos a brindar por EL AUSENTE. 2. Una imagen salida de un juego, según me contaron, con un título como “Morir en abril”. 3. La última imagen muy diciente: “No sé por qué nadie me habla”.
Una joven de apenas 20 años, queriendo, deseando, anhelando morir, cansada de su corta existencia. Los por qué no importan, pues solo los conocen Dios y ella.
Salí de su Facebook totalmente impresionado y pensando en los otros muchachos y niñas, estudiantes o no, que han intentado o se han quitado la vida este año.
No podemos dejar pasar por alto lo que ha venido sucediendo en nuestro país. Cada día sabemos de intentos o suicidios de jóvenes universitarios, estudiantes de colegios o niños. Es bueno que analicemos, estudiemos y miremos qué vamos a hacer en nuestras universidades y colegios.
Parece como si poco interesara el tema. Día a día hay intentos o suicidios. ¿Qué debemos hacer? No podemos cruzarnos de brazos y quedarnos callados o a la espera de que siga el próximo o la próxima para tomar alguna decisión.
Los hogares destrozados, la soledad, la desesperación, el desamor siguen influyendo para que ello suceda. Muchos niños y jóvenes carecen de afecto, no tienen a quién acercarse, no encuentran con quién hablar. Sus voces son rechazadas en cualquier parte. Los adultos tienen la última palabra y no importa nada de lo que ellos digan o piensen. Eso influye demasiado no solo en su estado de ánimo, sino en la toma de decisiones.
Cuando llegan a sus hogares, son recibidos con gritos, o en el peor de los casos, con silencios gracias a que los programas de televisión tienen la palabra y mandan en los hogares. Si interrumpen a sus padres o hermanos, la respuesta es un grito fuerte o un shshshshshshshshsh. Si quieren hablar, deben esperar hasta comerciales o hasta cuando el programa termine y tiene tiempo hasta cuando el que sigue, comienza.
Los problemas de los jóvenes se quedan con ellos y por eso, recurren a las drogas, al licor (otra droga) o se encierran en su soledad y la depresión los agobia…
El problema del suicidio es grande en el país. En el Quindío, también. No miremos hacia atrás para buscar culpables. Prefiero que hallemos soluciones.
Al llegar a las universidades, muchos ni saben qué van a estudiar. Cambian de carrera cada que pueden, pues no encuentran la adecuada, la que es para ellos, la que es de ellos. Muchas veces deben estudiar en la universidad donde pueden, no donde quieren, ni lo que desean.
La situación económica, ahora, es asfixiante en todos los hogares. Las universidades hacen lo imposible para capturar jóvenes. Rebajan matrículas, las dividen, buscan fórmulas para que el dinero entre. El estudiante es lo de menos. Es un número, una cifra más, un puesto en el curso.
Bienestar Institucional, en cada Universidad debe propender por acercarse más a los jóvenes para que estos sean partícipes en la construcción de sus carreras, de sus vidas. Cultura, deporte, arte, conferencias, talleres, actividades que lo alejen de la droga y le ayuden a formarse como persona. Eso y mucho más, necesitan los jóvenes en las universidades.
En escuelas y colegios también debe existir apoyo para los niños y adolescentes. Se están quedando muy solos.
Hasta en la casa se sienten solos.
Hagamos algo, pero no sigamos con los brazos cruzados.
Manuel Gómez Sabogal